Hace exactamente un año, Spencer Tunick llegó al Mar Muerto llevando con él a periodistas, ambientalistas y a más de 1500 personas. Llegaron en buses desde todos los rincones de Israel y se desnudaron bajo el sol tórrido en nombre del arte, tratando de atraer la atención con esta intervención sobre el valor del Mar Muerto, como tesoro de nuestra naturaleza. Un mar que pareciera que en los hechos pronto podría replicar su nombre. Tunick arma coreografías con los cuerpos desnudos y luego las fotografía puntillosamente.
El Mar Muerto tiene características terapeúticas por ser rico en minerales y por su posición con respecto al sol. Literalmente millones de personas se acercan a sus orillas cada año para intentar sanar enfermedades de la piel, especialmente psoriasis.
La contaminación industrial está poniendo en peligro la condiciones curativas de este mar único en el mundo. Y allí fue Tunick nuevamente para apoyar con su acción a la organización savethesea.org y para contribuir a que el mundo siga teniendo esa páramo de agua bendita. Desnudó, fotografió y se fue.
Estas vez no fueron miles, pero hubo bandas musicales y un grupo de israelíes que prefirió no desnudarse y asistir a la acción con disfraces de piratas. La acción fue algo distinta a las realizadas aquí en Buenos Aires en 2002, o en Barcelona o Dinamarca o México.
En todas ellas desde pequeños grupos -no más de 500 posaron en Buenos Aires- o miles y miles -como en el Zócalo del DF mexicano- obedecen en armonía las instrucciones de Tunick y sus asistentes. Todos los participantes reciben de antemano un mail con instrucciones y con las posiciones en las que se los fotografiará.
Muchos van en grupo, otros tantxs van solxs, pero siempre hay confraternidad y calma en estos eventos que se hacen a horas muy específicas del día para aprovechar las mejores condiciones de luz. Generalmente el amanecer es el momento elegido. Y así fue en Israel durante esto dos últimos años.