La protesta del artista chino Ai Weiwei empezó a hacerse mundialmente conocida cuando denunció al mundo desde su blog que el derrumbe de unas escuelas -no es poca cosa- podría haberse evitado si las autoridades hubiesen realizado correctamente los estudios previos para su construcción. Le cerraron el blog pero no pudieron cerrarle la boca.
Lo metieron preso llevándoselo desde el aeropuerto en el que se encontraba para viajar a Taipei para presentar una de sus exposiciones. Lo molieron a golpes y le produjeron un derrame cerebral. Lo dejaron en la cárcel durante casi tres meses, sin causa, sin abogado, sin razones. Nunca se supo dónde lo encarcelaron. Más tarde alegaron una cuestión fiscal y la persecusión fiscal aún continúa. Ya era famoso, ya era rico. Había diseñado el Estadio Olímpico de Beijing, había presentado una instalación de 8 millones de semillas de girasol hechas de porcelana en la Sala de las Turbinas de la Tate Modern de Londres, había estudiado cine con los directores más famosos de la llamada quinta generación. A los 53 años se encontraba en la cúspide de su carrera. Nada más que su buena conciencia lo llevó a convertirse en portavoz de las injusticias de su país.
La periodista Alyson Klayman, de 28 años, directora del documental, estaba en el lugar y en el momento correctos. Se encontraba en China escribiendo notas de diversa índole para medios de EE.UU. Unos colegas le pidieron que videara el trabajo de Ai Weiwei y así empezó la historia de esta película, Never sorry, un documental que habla de la obra de Weiwei pero también de su compromiso: una cosa hoy lo lleva a la otra.
En la Tate, con un puñado de sus 8 millones de semillas de porcelana
Este año, Never sorry tuvo un recorrido meteórico es festivales de todo el mundo. Empezó en Sidney, pasó por el Sundance, aterrizó en Berlín. Se estrenó en algunas ciudades de Europa y de los Estados Unidos.
A América Latina todavía no llega.
Por eso nos parece importante contarte de su existencia y dejarte al menos el trailer oficial, la punta del iceberg de una peli que adoraríamos ver pronto. Para escuchar lo que Weiwei tiene para decir sobre todas las cuestiones, para husmear en su taller, para verlo como un niño ante la inauguración de sus exposiciones.
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=T58CRqnFgpA]
Para conocer, sobre todo, la integridad de un hombre que nos halaga que sea artista y que lleve bien puesta la bandera de la justicia. Finalemente, él podría mirar para otro lado y gozar del privilegio de su éxito y de su talento. Pero nos gusta particularmente su necesidad de meter el dedo en la llaga, por no decir otra cosa.
Never sorry!!!!
Lo que me remueve estas cosas esla curiosidad que me desperta la concuspiscencia que les provoca a las clases medias occidentales, la lujuria que los ataca frente a la cultura oriental… la subliman hasta mostrarse patéticos… y la cultura oriental es también el desamparo más atroz de la infancia… salvo, claro, algunos tipos y tipas con una sensibilidad más… ¿humana?, sí, ligada a la especificidad humana como la describe Agnes Heller…
Perdón, Cosin, pero vos de qué parte de Oriente sos? De Entre Ríos?