No está claro si son decenas o cientos, pero son muchas las palomas que desde hace días sorprenden a los turistas en Venecia con sus plumajes color rojo, azul eléctrico, verde esmeralda o amarillo, volando sobre los canales y las plazas de la ciudad. Los responsables del cambio avícola-cromático son el arquitecto suizo Julian Charrière y el fotógrafo alemán Julius von Bismark.
«Pigeon safari is open in Venice» (se abre el safari de las palomas en Venecia) se llama esta intervención sociourbanística que los artistas realizaron en el marco de la Bienal de Arquitectura de Venecia, colocando en varios techos de la ciudad dispositivos con agua y alimento que tiñen el plumaje de las palomas, presuntamente sin producirles ningún daño. El planteo de Charrière y Von Bismark, por cierto cuestionable, es que de esa forma las palomas -consideradas plaga en Venecia por el deterioro que producen en sus monumentos- serán mejor aceptadas por la gente, vistas con más indulgencia y tolerancia.
Como era previsible, varias organizaciones ecologistas y pro-derechos de los animales pusieron el grito en el cielo. Pero el safari (sólo fotográfico) ya está en marcha y no hay turista que no busque una paloma violeta o anaranjada en la Plaza San Marco para llevarse de recuerdo en su cámara. La intervención recuerda a Green Venice, la acción -mucho más impactante, conceptualmente más solida y revolucionaria para la época- con la que el argentino Nicolás García Uriburu sacudió a Venecia durante la Bienal de 1968, tiñendo de verde fosforescente los canales de la ciudad con un pigmento inofesnivo.Lo de Charrière y Von Bismark también tiene un antecedente en la obra viviente del brasileño Eduardo Kac, creador en el año 2000 del bio-arte y del conejo Alba, cuyos genes modificó hasta convertirlo en el primer ejemplar de su especie de color verde fluorescente.
Al lado de Alba y de las controversias éticas que generó esta incursión de la ciencia y las nuevas tecnologías en el arte, las palomas multicolores de Venecia que irritaron a algunos fundamentalistas de la ecología tienen la candidez de un dibujito de Heidi.