La primera exposición retrospectiva de la artista argentina Mirtha Dermisache (Buenos Aires, 1940-2012) tendrá lugar a partir del 16 de agosto en MALBA, curada por Agustín Pérez Rubio, director artístico del museo. La muestra, Mirtha Dermisache. Porque ¡yo escribo!, constituye un completo recorrido por su producción, desde su primer libro realizado en 1967 hasta sus últimos trabajos colectivos en los años 2000, compuesto por más de 140 piezas pertenecientes a colecciones privadas y un amplio conjunto de documentos.
A lo largo de su carrera, Dermisache desarrolló una obra caligráfica a través de “escrituras ilegibles”, término acuñado por Roland Barthes, quien en 1971 manifestó gran interés por su trabajo y destacó su capacidad de alcanzar la “esencia de la escritura”. La artista se interesó especialmente por la capacidad editorial de sus obras, como una forma de problematizar la idea de originalidad. Su producción se encuentra entre la plástica y la escritura, e incluye libros, cartas, textos, diarios y postales, entre otros formatos con los que experimentó las posibilidades de expresión de su trazo personal sobre el papel. Estuvo vinculada al Instituto Di Tella, al CAYC y el Grupo de los 13 y se caracterizó por ser una artista solitaria e intimista en su obra escrita y sumamente abierta en su producción pedagógica.
“Desde el inicio, la obra de Dermisache aparece atravesada por la dualidad entre la búsqueda de libertad en la creación y el sometimiento a una serie de reglas, a una disciplina. Y, a la vista del conjunto de su trabajo desde 1967 hasta su muerte, esta dualidad va a ser una constante, indisociable de su tarea pedagógica, entendida como experiencia de un proceso inverso de aprendizaje: el desaprendizaje de ciertas ideas que impiden la libre expresión creativa”, explica el curador Agustín Pérez Rubio.
Las posibilidades de manipulación de los dispositivos editoriales convivirán en la sala de exposición con obras originales, interpelando al público sobre los aspectos más abstractos de la escritura, como el tiempo, la musicalidad y los ritmos, la plasticidad caligráfica, la significación, la sistematicidad y la relación con la tipografía. La exposición también da cuenta de los procesos creativos de la artista, que incluyen textos “legibles” y ejercicios, así como de su extensa labor pedagógica, en el TAC (Taller de Acciones Creativas) y en las seis ediciones de las Jornadas del Color y la Forma (1974-1981), que derivó en una práctica de “obra x sumatoria” en la que involucraba a todos los participantes.
El proyecto expositivo se basa en un trabajo de investigación documental de tres años sobre su archivo personal, acervo que también será expuesto para contextualizar y conjugar facetas antagónicas y rectoras de su trabajo como la disciplina y la libertad de expresión, la edición y el original, lo masivo y lo individual.