Informe: Massimo Polvara
París está que arde: Mueck, Dynamo, Le Parc y ahora Keith Haring (1958-1990), en un recorte hasta ahora bastante poco explorado.
La muestra que se exhibe desde el 19 de abril en el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris se llama no casualmente Haring-La línea política, y nos da cuenta de un artista mucho más serio y diferente de lo que vulgarmente se suele apreciar de su obra.
El guión de la muestra, nos propone una visión política de la obra de Haring, un tipo mucho más serio, más sexy y politizado que lo que el marketing que lo devoró después de su muerte permitió percibir de el. Lo que se ve en París por estos días, supera al artista icónico de los metros newyorkinos, el que fue usado para estampar camisetas por doquier, imprimir llaveros con obras como logos o armar corbatas divertidas y pins para la heladera o la chaqueta de jean.
El trazo y los colores inconfundibles de su obra se aprecien en estas 250 obras ahora expuestas en la ciudad luz, con una furia desconocida o velada, con un compromiso que se intuía en sus actos casi vandálicos del comienzo de su carrera de graffitero.
Aquí vemos otro Keith Haring, pero también siempre el mismo: más valorado, menos painter-toy; menos joven prodigio.
La obra se exhibe exultante y es su contundencia la que debe tomar la palabra.