Bani Brusadin, codirector del festival The Influencers, propone tres fórmulas de regeneración para una contracultura secuestrada por las redes sociales y el capitalismo superacelerado.
En los últimos años ha reunido artistas de la contravigilancia y hasta de la identificación con musas de la era post-Snowden como Holly Herndon y Heather Dewey-Hagborg. Lo fundaron Eva and Franco Mattes de 0100101110101101.org junto con Bani Brusadin hace más de 10 años. El hilo que une todos los proyectos que van al festival es la capacidad de usar el lenguaje del poder contra el poder, desde los uniformes y la retórica del corporativismo a la imagen publicitaria o las redes sociales.
Este proyecto está en crisis: hoy son las redes sociales las que se han apropiado del lenguaje artístico. El reto es encontrar nuevas metáforas para la era de la vigilancia masiva, en una disciplina que se mueve constantemente entre los gatitos voladores y el Armageddon. Brusadin vino a la última edición de Resonate (Belgrado) para proponer tres conceptos nuevos para la reapropiación del imaginario rebelde: Free falling (Caída libre), The stack (La pila) y el materialismo humanista. Como es natural, están íntimamente relacionados entre sí.