El artista visual Andrés Waissman exhibe Emboscada, una notable y oscura instalación en MUNAR, una obra que continúa la línea de trabajo expuesta el año pasado en la previa de arteBA 2018. Las manos embadurnadas por la tinta, el óxido y la viruta trazando un sinuoso laberinto que, quien lo recorre, es desafiado a sortear mientras lo aprecia.
Emboscada reúne, en un mismo espacio, dos pinturas de gran formato, una larga tira de dibujos sobre papel, un video proyectado sobre el ambiente que muestra la evolución de una gran viruta hacia su oxidación, y una serie de objetos monocromos que plantean un recorrido activo por parte del espectador. En una planta rectangular la instalación tendrá un planteo longitudinal, con un cortinado negro que cancela la luz levantado sobre un espacio posterior de aproximadamente 4 metros y que funciona como fondo.
El ingreso privilegiado a la instalación presenta a nivel del piso dos esculturas de animales mitológicos dispuestas a modo de espejo, enmarcando la entrada. Por detrás se encuentra un espacio compartimentado a partir del posicionamiento de 4 a 6 objetos-columnas, cuyo color piedra es de igual génesis que el del resto de los objetos. Hacia el fondo de la nave central un tercer animal mitológico se posiciona direccionado hacia la pared ocupando el eje central de la vista principal.
En uno de los dos sectores laterales –determinados por la propia existencia de los objetos- se distribuye una larga hilera vertical de papeles pintados, son bosques quemados, que desde el suelo dialogan con los seres que se comprimen dentro de las columnas, que los aprisionan y contienen. Y en el otro lateral apoyadas contra la pared y el suelo y otra sobre el suelo, dos pinturas blanco negras abstractas. Esto dice el artista sobre su obra:
«Retomé la serie de los trabajos sobre papel en blanco y negro. Juego con las tinta preparándome para iniciar obras sobre las telas. De las tintas y el agua al esmalte y los diluyentes. El juego está en el contraste entre transparencias, brillos, opacidades y negros plenos; como en Fondo de Ojo y dentro de lo que pertenece a la serie de Animales Mitológicos. Esta vez trabajo las superficies con menos juegos, dejo que las medias tintas lleguen casi hasta el color del papel. Hay una intención de territorio y menos sugerencias de animales.
Este es uno de los períodos que más se prolonga en el tiempo porque no lo siento agotado. Se multiplican espacios que se convierten en terraplenes o baldíos, en orillas. Estos me están permitiendo llegar a una síntesis atmosférica a la que soy adicto. Ese viento mudo que la luz y las sombras proyectan. Como en el Renacimiento todo valor o tono replica en alguna parte de la obra. Los líquidos no son excesivos ni se desparraman porque sí. Hablo de cómo encaro estos trabajos porque vengo también de los dibujos de Marabunta, en donde el tratamiento es más selectivo, solo utilizo la mancha de vez en cuando, lo más importante en esta serie es la línea y en que ese trazo defina una multitud heterogénea y multicultural.
El concepto radica en lo mismo, multitud de personajes, gente de todos los tiempos. En las esculturas me ocurre lo mismo, cambia fundamentalmente el soporte pero para nada la idea del animal, el hombre bestia, el ahogo, lo multitudinario, el encierro. Restos de ramas invadiendo las zonas libres. La viruta no es ajena a todo lo que ocurre en formatos más tradicionales.
Son ellas el eslabón encontrado en el relato y es la frecuencia eléctrica que existe entre tierra y hombre y espacio ciego. Valoro sobretodo vivir en una época de encrucijadas terminales, en el risco demencial de la tecnología y de la vocación destructiva que anima a la sociedad contemporánea. Tanto Multitudes, El Alfabeto Perdido, Fondo de Ojo, Animales Mitológicos. Marabunta, La Sombra Colectiva o Los Mutilados (1973-75) son obras iniciadoras que me advirtieron sobre la vida».
Hasta el 8 de diciembre en MUNAR Arte, Av. Don Pedro de Mendoza 1555. Miércoles a domingo | 13 a 18 h.| Ingreso gratuito