Por Clarisa Ercolano
Teresa Riccardi está sentada en su sillón frente a un escritorio vidriado, libros y catálogos se acumulan en una biblioteca que hace las veces de fondo de su oficina. La directora del Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA) recibe a jaquealarte.com.ar en el inmenso edificio que ofrece una vista panorámica hacia la zona sur de la ciudad de Buenos Aires.
Si bien el museo comenzó haciendo foco en la abstracción geométrica debido a que se montó sobre la colección de su dueño -Aldo Rubino-, el ascenso de Riccardi a la dirección del MACBA logró reconvertir el espacio.
En 2016 el guión curatorial del año del museo se denomina ELLAS y es parte de un proyecto bianual presentado en 2014. «La elección de la programación responde a una génesis ligada a rescatar culturas curatoriales que aborden aspectos vinculados al arte y las prácticas contemporáneas de artistas mujeres. Me gustaría agregar que la elección no responde exclusivamente a una “metodología” curatorial sino como refiero a una cultura que disponibiliza escrituras y en este sentido pertenencias e inclusiones de diversos grupos de artistas que de una manera u otra interpelan cuestiones de género, aspectos vinculados al cuerpo de forma ficcionada o desvíos a través de los cuales la política atraviesa su pensamiento».
Riccardi describe que la creación es un concepto complejo que alude a la vida aunque también a las formas de hacer arte, «en este sentido quizás debamos interpelar también esta noción de creación por “criación” como sugiere Valeria González, pues es claro que muchas mujeres atraviesan a lo largo de su vida aquella encrucijada profesional y afectiva. De una forma u otra la idea fue también sostener una programación entera de todo el año y no solo una muestra aislada de chicas».
-¿Cómo fue tu desembarco en el museo teniendo en cuenta que venías del mundo de las letras?
-Si bien provengo del mundo de las letras y de trabajar de manera independiente, mi experiencia en la gestión había tenido un breve paso por el moderno en la gestión anterior a Victoria, pero eso fue en el 2000/2001, años muy difíciles para el país que se traducían del mismo modo en los museos públicos así como en los marcos institucionales de representación política. No obstante siempre me interesó atravesar otros territorios que no fueran los meramente académicos. Si en aquel entonces pensábamos en espacios autogestionados y colectivos de iniciativas independientes de artistas que estimulaban prácticas situadas entre diferentes actores de la cultura, hoy el desafío me encuentra en otro lugar propiciando y difundiendo la gestión artística en el marco de una institución que se abre hacia lo contemporáneo. El desafío es trabajar con otros, tender lazos, hacer visible una visión de museo y colección como la que proyecta nuestro director ejecutivo y fundador Aldo Rubino junto al equipo que me acompaña, y abrir nuevas perspectivas de lectura. Mi gestión es comunicante, entre lo que ocurre en el medio local artístico y aquello que se proyecta en una línea internacional.
-¿Cuál es tu punto de vista sobre el momento actual del arte contemporáneo en Argentina?
-Es una pregunta difícil de responder, pues nuestra visión de lo contemporáneo está atravesada por la experiencia de un presente modificado por el tiempo, es más en la que se incluyen otros tiempos. No basta con hablar de la historia, hay que pensar la temporalidad como experiencia para entender de qué se trata el arte contemporáneo. Las experiencias locativas y de ubicuidad son importantes a la hora de producir sentido. Creo que el arte argentino explora algunas de estas ideas sin necesidad de recurrir a las tecnologías necesariamente y esto me parece interesante pues puede construir alegorías o prácticas que nos revelan sobre otros tiempos sin necesidad de construir una utopia futurista. Las distopías han sido siempre una forma de habitar y crear mundos, tiempos y espacialidades en contextos impedidos de pensarse a futuro. Pienso como el arte responde a esta forma en distintos tiempos y lo veo en las ciudades monocromas de Xul Solar, hasta en artistas como Pablo Siquier intrincando cada vez más sus tramas, o en Horacio Zabala, Lux Linder y Alicia Herrero también nos traen otras catástrofes de la historia nacional o del mercado. Entre los más jóvenes Adrián Villar Rojas y Eduardo Basualdo nos ofrecen visiones apocalípticas o en suspenso a modo de ficción.
-Si tuvieses que resumir tu gestión hasta el momento en unas pocas palabras, ¿qué dirías o cuáles elegirías?
-Me siento como una traductora que trabaja entre el deseo y la utopía de una escritura institucional que nos propone un legado, frente a una comunidad autónoma ampliamente diversificada que recurre incesantemente al consumo de diferentes prácticas y experiencias en el foro artístico y social. Es sin duda una mediación difícil y exigente con la que lidiar, a veces creo que hablo diferentes idiomas, pero allí está el desafío, en todo caso buscar lugares de afección entre pares para poder habitar la institucionalidad.
-¿Qué ofrecerá el museo para lo que queda del año y por qué le dirías a la gente que venga a verlo?
-En este momento podemos ver dos exhibiciones, una de ellas Interacciones fundamentales de un cielo estrellado, curada por Mariana Rodriguez Iglesias, en la cual presenta los trabajos de Carla Bertone, Silvia Gurfein y Julia Masvernat, y en la sala del primer piso la exhibición ¡Viva España! de la artista española Pilar Albarracín. Las próximas muestras del año que se presentarán en el ciclo Focalizaciones introducirá los trabajos recientes de las artistas Leticia El Halli Obeid, Rosana Simonassi y Analía Segal. Y dos muestras que se abrirán en la segunda mitad del año, una de ellas titulada Excentricidades Espaciales curada por Aimé Iglesias Lukin, residente en Nueva York, donde se presentará una visión contemporánea de artistas que trabajan con la escultura y la objetualidad. Podrá verse obra escultórica de Irina Kirchuk, Marcolina Dipierro, Jane Brodie, Silvana Lacarra, Elena Dahn y Dolores Furtado. Al final de año, ocupando todas las salas del museo se presentará Salón Francés. Una conversación de 10 artistas contemporáneas, curado por Marie-Sophie Lemoine donde artistas de diversas generaciones establecen contrapuntos de inflección para pensar el lugar del arte, la mujer y su rol en los espacios de intimidad y democratización de la cultura.
Le diría al público que venga a verlas porque el museo ofrece una linda experiencia a aquellos que nos visitan. Buenos trabajos de artistas y buenas propuestas curatoriales.