«El deseo de engaño estuvo en los fotógrafos desde que la fotografía se inventó como medio».
Sin embargo, la era digital parece haberlo cambiado todo -o lo suficiente- en todos los aspectos de nuestra vida. El arte no queda fuera y especialmente la fotografía. La llegada de las cámaras digitales y de los softwares como Photoshop hicieron que el medio fotográfico tomase un giro de 180 grados.
El acceso masivo a los registros es un hecho, pero también es un hecho el trabajo luego de la toma, donde prácticamente todo puede cambiarse. Photoshop, pareciera, hizo que el arte fotográfico ya no fuese nunca más el mismo.
Man on rooftop with eleven men. Anónimo
No es totalmente así. Y aquí se juega la afirmación que expresa que el deseo de engaño estuvo en los fotógrafos desde que la fotografía se inventó como tal. Viene a demostrarlo la muestra que abrió este jueves en el Metropolitan Museum de NYC: Faking it. Manipulated photography before Photoshop. (Falseándolo.La fotografía manipulada antes de Photoshop), no tan irónicamente sposorizada por Adobe ©
Dream No.1, Grete Stern, 1948
La exhibición está dividida en siete secciones: La foto perfecta, El artificio en nombre del arte, Política y persuasión, Novedades y sorpresas, Fotografías impresas, El ojo de la mente y Photoshop. Algunos de los artistas elegidos para confirmar la teoría del engaño son Gustave Le Gray, Carleton E. Watkins, Edward Steichen, F. Holland Day, Maurice Tabard, Dora Maar, John Baldessari, Duane Michals.
Sealed Power Piston Rings, John Paul Pennebaker, 1945
Mia Fineman, curadora de la muestra, centra su investigación y su guión curatorial en el trabajo de laboratorio, en la magia del cuarto oscuro donde los fotógrafos – desde 1840 hasta principios década de los 90- buscaron transformar sus obras, falseando la toma, manipulándola, creando un mundo que nada tiene que ver con el registrado. El deseo de escapar al realismo y al documento, expresa Fineman, nació con el medio y Photoshop sólo lo hace más fácil.
The Sleepwalker, George Platt Lynes, 1935
Así vienen contarlo las 200 fotografías que forman parte de esta exposición mágica y que cuenta ese lado oscuro-luminoso de los artistas, esos fotógrafos que usurparon a la realidad su esencia y que no son más que parientes no tan lejanos de quienes hoy apelan al recurso de la postproducción como esencia de su arte.
Detalle de Hearst Over the People, Barbara Morgan
Con esta muestra, expresa su curadora, queda muy claro que esa máxima que afirmaba categóricamente que «la cámara nunca miente» fue siempre una «ficción suprema».