De formas geométricas y colores puros están formadas las «columnas» de la memoria que forman la instalación creada especialmente por el artista japonés Mitsuo Miura para el Palacio de Cristal del Parque del Retiro de Madrid, en una exposición organizada por el Museo Reina Sofía. Dieciocho objetos de madera en forma de discos de distintos tamaños y colores dispuestos en el suelo, junto con otros que se encuentran suspendidos del techo a distintas alturas, forman Memorias imaginadas.
Pintor, escultor y artista experimental, Mitsuo Miura, afincado en Madrid desde 1966, es un habitual visitante del Palacio de Cristal, tanto para contemplar las exposiciones que allí se realizan como para disfrutar del espacio. «Siempre que venía surgían discusiones dentro de mí sobre el arte, el espacio, lo que estaba bien o no. De estas discusiones salían muchas ideas, algunas aceptables», recordó el artista durante la presentación de la muestra a mediados de marzo. Cada vez que volvía al Palacio, «se me olvidaban esas discusiones y tenía que hacer un esfuerzo para intentar recordar lo que había sentido y lo que había surgido en mi cabeza. Pensé que, si tuviera un contenedor, podría recuperar de mi memoria las discusiones».
Mantener la memoria «e ir rellenando y construyendo ese contenedor» ha sido la idea inicial del artista para crear una instalación en la que, entre el suelo y el techo, Miura ha concebido un nuevo espacio arquitectónico imaginario que ha denominado «columna invisible». Este bosque de columnas imaginario guarda los recuerdos y experiencias del artista en sus visitas al Palacio de Cristal a lo largo de los años. Miura ha intervenido también en el espacio distribuyendo intermitentemente franjas de color azul en el zócalo del edificio, sugiriendo un dibujo esbozado que contribuye a la tensión que existe en la instalación y a delimitar las formas del Palacio, en opinión deManuel Borja-Villel, director del museo Reina Sofía.
En Memorias imaginadas, Mitsuo Miura «ha aunado los cambios de tensión entre la forma y la naturaleza», según Borja Villel, para quien a esta idea se une la de la tensión entre dentro y fuera y la idea de la experiencia, de la memoria. «Pero todo está sugerido. El espectador tiene que hacer suya la experiencia», afirmó Borja-Villel y consideró que la instalación «es una pieza singular en la trayectoria de Miura», en cuyo trabajo se refleja una actitud estética, derivada de sus raíces orientales, que se pone de manifiesto en su interés por la belleza de lo esencial, las formas puras y el carácter íntimo de sus piezas.
Aunque a lo largo de su trayectoria se aproximó a los principales movimientos artísticos de la segunda mitad del siglo XX, fue el minimalismo el movimiento que más influyó sobre su obra. Sus piezas se sitúan a medio camino entre escultura e instalación. Su trabajo supone un proceso de síntesis, visual y formal, en el que también concurren aspectos ambientales. La naturaleza y el campo aparecen de manera continua desde los primeros años de su llegada a España. La ciudad, como contrapunto al campo, tiene presencia en su obra como un contenedor de reclamos visuales, de escaparates luminosos, de espectáculo visual. Y así brillará o se ahogará el bellísimo Palacio de Cristal hasta septiembre de este año: con unas memorias imaginadas que no surgen de la historia narrada por un pueblo, sino por el susurro egoísta de las elucubraciones de un creador.
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Fuente: EFE