Tal cual el título se llama la exposición que tiene lugar en el Yerba Buena Center de San Francisco y aborda un análisis del origen de la crisis económica y de sus consecuencias, fundada en la mirada crítica de un conjunto de filósofos y pensadores relevantes. La exposición se articula a través de una serie de artistas cuyas obras cuestionan, a su vez, los discursos dominantes que describen la actual situación como si fuera el fruto de un tsunami impredecible y no como la consecuencia de políticas económicas aberrantes llevadas a cabo durante las últimas décadas a nivel mundial.
Federico Guzmán, La bella embalada
Sin realidad no hay utopía es un proyecto curado por Juan Antonio Álvarez Reyes, Alicia Murría y Mariano Navarro. Los artistas participantes son: Ignasi Aballí, Lene Berg, Fernando Bryce, Chto Delat?, Dora García, Daniel García Andújar, Federico Guzmán, Ed Hall, Jan Peter Hammer, Alfredo Jaar, Zeina Maasri, Carlos Motta, Ciprian Muresan, Manolo Quejido, Oliver Ressler, El Roto, Katya Sander, Superflex, Rirkrit Tiravanija, Judi Werthein, Zhou Xiaohu y Artur Zmijewski.
La muestra que se inaugura ahora en el YBCA fue presentada en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo dentro del ciclo “La constitución política del presente”.
Carlos Motta. Me gusta cuando votas porque estás como ausente
¿Qué hay detrás del título “Sin realidad no hay utopía”, que da nombre a esta exposición colectiva? Detrás hay dos pensadores de distinto significado y calado: Jean Baudrillard y Andreas Huyssen. El primero ha definido la simulación como la generación “de algo real sin origen ni realidad” y, por tanto, ha diagnosticado la desaparición de lo real por lo virtual. Así, la interpretación y el sentido de esta muestra siguen la argumentación que Andreas Huyssen hizo en “Recuerdos de la utopía”. Huyssen parte precisamente de Baudrillard al afirmar que al haberse perdido lo real y suplantado por su simulacro, la utopía no puede existir, ya que va íntimamente ligada a la superación o mejora de la realidad. Este es el sentido del título: sin realidad no puede haber utopía. Es decir, que en la era de los simulacros y de la virtualidad, la desaparición de lo real arrastra consigo a lo utópico.
Manolo Quejido. Por aquí pasa el gran teatro
La exposición tiene dos apartados asimétricos. El primero es “La descripción de la mentira”, una especie de prólogo descreído a los sistemas de fabricación de los simulacros de lo real. El segundo apartado, más amplio, tiene el nombre genérico de “Colapsos”. Este segundo apartado se subdivide en cuatro colapsos: el del comunismo, el del capitalismo, el de la democracia y el geopolítico. Es decir -y siguiendo a Huyssen- “la utopía nunca muere sola: arrastra su contra-utopía”. Por tanto, la caída del comunismo, arrastra al capitalismo y este a la democracia, puesto que esta última ligó su suerte a él. A su vez, el sistema expansivo propio del capitalismo (el colonialismo) conllevaría también su implosión geopolítica. Conviene, por tanto, considerar seriamente el fin de la utopía como el problema de nuestro tiempo. Es por esta razón que resulta urgente un rearme de lo real para así intentar vislumbrar un nuevo pensamiento utópico.
[youtube=http://youtu.be/tXpjEhMMug0]
Fuente: Xtrart.es