Desde Madrid
La exposición organizada por el Museo Reina Sofía sobre la obra de Richard Hamilton constituye la retrospectiva más completa del artista británico de todas las celebradas hasta la fecha, y es, además, la última exposición en la que este pionero del Pop Art y profeta del posmodernismo participó directamente justo antes de su fallecimiento en septiembre de 2011.
Concebida específicamente por el artista para el Reina Sofía, junto a los curadores Vicente Todolí y Paul Schimmel, la muestra incluye alrededor de 270 obras creadas a lo largo de más de sesenta años (1949 al 2011), y permite conocer tanto la extraordinaria variedad de medios, técnicas y géneros que caracteriza la producción de Hamilton como la relevancia, influencia y actualidad de su revolucionario trabajo.
Algunas de las obras presentes en el museo madrileño proceden de instituciones como el MoMA de Nueva York; The Art Institute of Chicago; Victoria and Albert Museum, de Londres; Solomon R. Guggenheim Museum, de Nueva York; y Tate, de Londres.
La exposición, que cierra el 13 de octubre de este año, está integrada por pinturas, grabados, dibujos, fotografías, impresiones informáticas, obras de diseño industrial y réplicas, piezas en las que el artista abordó géneros como la naturaleza muerta, el retrato, la representación figurativa, el paisaje, los interiores, la pintura histórica, la propaganda política, la iconografía religiosa y la apropiación de elementos de la cultura popular y de la historia del arte.
Las fuentes de Hamilton (Londres, 1922-2011) son también de lo más diversas, desde los dibujos mecánicos a la cultura popular, pasando por la obra de maestros antiguos como Fra Angelico y Giorgione, o de artistas y autores modernos como Marcel Duchamp o James Joyce.
La pluralidad de su obra, heterogénea pero coherente a la vez, tendió un puente entre la era moderna y la posmoderna y le convirtió en una importante figura para una nueva generación de artistas influidos por el arte conceptual. De hecho, no sólo se reconoce internacionalmente a Hamilton como uno de los fundadores del Pop Art sino también como precursor del apropiacionismo, la instalación y otras tendencias que han sido cultivadas posteriormente.
La exposición incluye las obras más emblemáticas de este creador, como la carátula del doble disco de los Beatles conocido como White Album o la serie Swingeing London 67, en la que Hamilton, asociado a menudo con los acelerados años 60, pintó a Mick Jagger y el marchante de arte Robert Fraser, con esposas, tras una redada antidrogas. También se incluyen sus series My Marilyn, Interior, The Solomon R. Guggenheim y las reproducciones de Duchamp.
Otro aspecto que distingue esta retrospectiva es que se presentan cinco instalaciones de gran envergadura que el artista expuso en su momento y para cuya reconstrucción se han utilizado los archivos del propio Hamilton. La instalación Growth and Form, de 1951, ha sido reconstruida por primera vez desde que fuera creada hace ya 62 años. También se presentan Lobby; an Exhibit; This is Tomorrow; y Man, Machine and Motion, esta última propiedad del Museo Reina Sofía.
Además de considerar que son antecedentes de los happenings de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, estas instalaciones anticipan también el abandono de las jerarquías en los medios artísticos y una sensibilidad creativa internacional que surgiría en los años noventa y que dio lugar a la aparición de la noción de instalación artística en el arte contemporáneo.
La exposición también explora las importantes relaciones que Hamilton mantuvo con el diseño, la pintura, la fotografía, la tecnología y la televisión, así como las colaboraciones que estableció con otros artistas como Dieter Roth o Marcel Broodthaers, y de las que son ejemplo la reconstrucción oficial -entre 1965 y 1966- de The Bride Stripped Bare by her Bachelors, Even (The Large Glass) [La novia desnudada por sus solteros, incluso (El Gran vidrio) (1915-1923)], de Duchamp, o los retratos de si mismo con una cámara Polaroid que invitaba a realizar a otros artistas como Francis Bacon, Andy Warhol o Roy Lichtenstein.
Aunque Hamilton se distinguía por utilizar como fuente de inspiración la obra de otros artistas y escritores, como James Joyce, Kurt Schwitters, Dieter Roth o Jasper Johns, fue Marcel Duchamp quien le influyó de manera especial. Joyce, según Hamilton, “me convirtió en el pintor que soy, y gracias a Marcel conseguí darme cuenta de ello”. Y como señala Paul Schimmel en el catálogo de la exposición, “gracias a este artista más mayor, acabó entendiendo que el arte no tenía que basarse en el dominio de unas técnicas determinadas, sino que era totalmente intelectual. Tengo la sospecha de que Hamilton encontró su medio de expresión gracias a Duchamp, y que ese descubrimiento le liberó del cautiverio del estilo al que le hubieran abocado sus considerables logros como precursor del arte pop”.
Para reflejar esta gran influencia, la exposición recoge en una sala algunos de los resultados del pormenorizado estudio que hizo Hamilton para reconstruir la gran y compleja obra de DuchampLa novia desnudada por sus solteros, incluso (El gran vidrio) (1915-1923), a propósito de una exposición antológica en 1966 sobre Duchamp en la Tate de Londres.
También están presentes obras como Five Tyres, conectada con la poética duchampiana en su interés por marcar el índice (la huella) de un objeto cotidiano y tecnológico como el neumático; y la pieza Sieves (Tamices) (1971) de Duchamp que Hamilton tuvo la generosidad de donar al Museo Nacional Reina Sofía en 2009.
La exposición This is Tomorrow (1956) nació de la iniciativa de Theo Crosby de invitar a artistas, arquitectos y diseñadores a trabajar en colaboración desde sus respectivos campos. Hamilton trabajó junto al artista John McHale y al arquitecto John Voelcker en la instalación The Funhouse, formada por imágenes procedentes del cine de Hollywood, la ciencia ficción, la publicidad y otros estímulos sensoriales y ópticos. El resultado oscila entre el entusiasmo y la crítica hacia el papel central de los medios de comunicación de masas en la creación del imaginario popular.
Para el cartel y catálogo de This is Tomorrow, Hamilton creó su hoy célebre collage Just what is it that makes today’s homes so different, so appealing? (¿Qué es lo que hace que las casas de hoy sean tan diferentes, tan atractivas?) (1956). La obra, que constituía una crítica a la cultura consumista, aunaba el interés de Hamilton por el diseño y por el efecto de los interiores en la vida de la gente, así como su preocupación acerca del impacto de la televisión y, sobre todo, atestiguaba la apropiación de las imágenes procedentes de los medios de comunicación; imágenes que, recontextualizadas, cobraban nuevos contenidos. Una grabadora, un culturista, una modelo en topless, el cartel de una novela barata, las luces de neón, entre otros elementos, señalan el inicio del pop y su aproximación a la cultura visual de masas.
Como materia de indagación plástica, el interior, ya sea doméstico o de otra naturaleza, se convirtió pronto en un subgénero que trabajó a lo largo de su carrera desde diversos puntos de vista. “Todo interior es una colección de anacronismos, un museo”, escribió Hamilton a propósito de Interiors, y una de sus preocupaciones en estas obras era comprobar si la pintura era capaz de incorporar imágenes diferentes, pero también épocas diferentes. Hamilton también afirmó en una ocasión que cada detalle del interior de Las Meninas de Velázquez “es un testimonio de la historia de España”, algo que se puede afirmar acerca de sus propios interiores en relación al mundo contemporáneo, alterados ya para siempre por la presencia de objetos dispuestos a ofrecer información como el teléfono o el televisor.
Hamilton recoge en esta serie las dos caras del llamado “Swinging London”, el apelativo con el que se popularizó la capital británica durante el estallido del pop y el rock durante la segunda mitad de la década de 1960. En su diseño para el conocido como Álbum Blanco (1968) de The Beatles, Hamilton ideó una cubierta monocroma con el único distintivo del nombre de la banda en relieve. Al imponer que se numerase cada una de las copias del millón de discos editados, Hamilton consiguió una elocuente crítica interna a la beatlemanía y al consumismo asociado a ese fenómeno de masas.
Por otro lado, en la serie Swingeing London 67 (1967-69), Hamilton alteró por diversos medios una fotografía de Mick Jagger esposado junto a Robert Fraser, su galerista, tras su detención por posesión de drogas. Al convertir el “Swinging London” (el Londres libertino) por “Swingeing London” (el Londres severo), Hamilton se refería a la “severidad” de la condena judicial contra Robert Fraser.
Hamilton se interesó por unos contactos fotográficos en los que Marilyn Monroe había tachado las imágenes que no correspondían a la construcción de su imagen pública. En My Marilyn (1965), en un nuevo duelo con la fotografía, el artista trasladó a la pintura las marcas que Monroe había señalado y, en algunos casos, recubrió completamente con capas pictóricas las imágenes tachadas. Indagaba así sobre el placer visual que el cine de Hollywood ofrece a la mirada masculina y sobre la confusión entre la persona y su representación orientada al consumo masivo.
En I’m dreaming of a white Christmas (Sueño con una blanca Navidad) (1967-1968), Hamilton da un paso adelante sobre la estética pop y su atención al más palpable presente, pues muestra un personal interés por lo obsoleto. El retratado, Bing Crosby, cantante melódico desplazado por la emergencia del rock anglosajón, se había convertido en ejemplo de la acomodada clase media tras su reciclaje como presentador de programas de variedades. Su retrato reiterado, tomado de un fotograma congelado de la película White Christmas (1954), recuerda la profunda penetración de la cultura visual norteamericana en Europa en los años de posguerra.
Hamilton aprendió de Marcel Duchamp la llamada “estratagema de dicotomía”: la aplicación de giros inesperados en su producción artística. De acuerdo con esa estrategia, inició en torno a 1971 una línea escatológica inspirada en las postales que celebraban las virtudes laxantes de las aguas de la localidad francesa de Miers. Hamilton vinculó el contenido de esas imágenes de personas aliviándose al aire libre con un nuevo formato presente en las revistas de moda: el de la modelo en cuclillas, que permitía mostrar el cuerpo entero en una postura que combinaba provocación y recato.
A ello unió la estética floral, propia tanto de la publicidad de papel higiénico como de cierta pintura tradicional. Con estos elementos creó obras que trataban con irreverencia tanto el mundo del glamour como la sentimentalidad barata de determinadas imágenes estandarizadas tanto en la pintura como en la publicidad. Esta línea puede contemplarse en obras como Girl surprised in the forest (Chica sorprendida en el bosque) (1972) o Girl with trousers down (Chica con los pantalones abajo) (1972).
Jugaba así con la verosimilitud mediante la combinación de espacios reales y virtuales e iniciaba un nuevo diálogo con la historia del arte, ya que partían de una revisión de los espacios en perspectiva propios de la pintura del Renacimiento.
Hamilton intentó brindar una pausa en el flujo de información que ofrecía la televisión. Mediante la ampliación de una imagen congelada y seleccionada, reconvertía sucesos en pintura para captar lo que el arte del pasado llamaba “el momento pregnante”. En la serie Kent State (1970), Hamilton fuerza a ver una y otra vez la imagen del joven Dean Kahler, gravemente herido por la policía durante unas protestas estudiantiles. Mediante esta estrategia de detención y literal “pigmentación” de un instante, denunciaba la indiferencia de los medios hacia lo que acontece, el tratamiento igualitario de toda noticia y la impasibilidad del espectador ante el paso incesante de imágenes.
En períodos posteriores de su carrera, Hamilton regresa a motivos políticos de actualidad, tales como las dos guerras de Irak. En Shock and Awe (2010), el ex-primer ministro Tony Blair es convertido mediante medios informáticos en uno de los pistoleros que protagonizaban los western que habían forjado la cultura visual de Hamilton en su infancia.
Durante los últimos años de su vida, Hamilton trabajó en un tríptico que carece de título y que está inspirado en el relato de Balzac Le Chef-d’oeuvre inconnu (La obra maestra desconocida). Este narra la historia de un pintor empeñado en realizar un desnudo femenino perfecto, pero que solo consigue plasmar en el lienzo una maraña ilegible de líneas, lo que se ha interpretado como un antecedente de la libertad formal del arte del siglo XX. Tras la mujer que posa tendida, Hamilton incorporó los autorretratos de Poussin, Courbet y Ticiano, estableciendo una suerte de genealogía de los artistas que mantuvieron un duelo irresuelto con la práctica de la pintura. La última de estas obras está fechada el 9 de septiembre de 2011, solo cuatro días antes del fallecimiento de Hamilton.
Así se montó:
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