Sin duda, en pleno surgimiento del arte moderno, en los años 20 y algo más adelante, París era una fiesta, tal como lo describió Hemingway en su libro de crónicas fervientes. En el imaginario de las generaciones sucesivas la llamada ciudad de la luz ocupó un espacio fantasmal como generadora de todo tipo de vanguardias, aunque hoy su centralidad se presente como dudosa. Desde esta pregunta, nace la muestra Le Fantôme, un proyecto del artista inglés Philip Jones (Manchester, 1971), que se presenta a partir de febrero en la prestigiosa y pequeña galería madrileña Espacio Mínimo.
El artista evoca París, la real y la mítica ciudad de la vanguardia, con su pasado glorioso de arte y cultura que sobrevive en la mente de los artistas de una manera espectral, convirtiéndose en la generadora de las diferentes pinturas que componen la exposición.
Así la describe Jones: «Después de visitar París varias veces para dibujar las pasarelas, decidí hacer obras para una exposición que incluyese pinturas grandes de escenas de mis visitas, en parte para crear un grupo de trabajo más significativo que llevara el proyecto a su conclusión. También quería que la exhibición fuese sobre un encuentro con París.
La ciudad y su idea son muy importantes en la historia del arte y la literatura, y para un artista es también una ciudad mental, con todas sus asociaciones y ecos. Muchas de las pintura que son importantes para mí fueron creadas en París».
Partiendo de un planteamiento pictórico postimpresionista, Jones emplea una varia da gama de lenguajes pictóricos para evocar la esencia de una cierta Belle Époque con voz contemporánea. De este modo, la pintura se hace más expresionista, de alguna forma, brutal y rápida, pintada con urgencia y gran contraste que provocan una nostalgia emotiva y conmovedora por ese fantasma que es París, no la ciudad sino su idea.