Por Toni García ©, en El País Cultural, domingo 14 de julio 2o13
De las calles de Chernóbil a las costas de Gran Bretaña, el hilo que habla de la catástrofe (controlada o no) que en ocasiones es capaz de desencadenar el hombre es aquel del que tiran las hermanas Wilson, Louise y Jane, en una exposición que puede verse en la Galería 303 de Nueva York. De sus paredes cuelgan fotografías que reflexionan sobre esos espacios, ahora huérfanos, y los sitúan en un contexto moderno, que estudia tanto el escenario como al observador.
“Nos atraía la idea de explorar el concepto de ‘ruinas futuras’ y nos apetecía hablar de los espacios, de la monumentalización y del turismo oscuro”. Louise Wilson responde a las preguntas de EL PAÍS desde Londres. Su último trabajo recoge las fotografías y esculturas realizadas —como siempre— conjuntamente con su hermana Jane. Nacidas en Newcastle, trabajan codo con codo desde 1989. Fueron nominadas al Turner Prize en 1999 y han expuesto en Helga de Alvear (Madrid), el British Film Institute (Londres), el Museo de Arte Contemporáneo de Montreal o la Whitworth de Manchester.
Wilson reconoce la influencia —innegable— del trabajo de Vladimir Shevchenko. Este director rodó, en los días siguientes a la tragedia de Chernóbil, una película llamada Chernobyl: A chronicle of difficult weeks.Recogía el increíble esfuerzo de los trabajadores de la central por contener el siniestro y limpiar la zona. Sin embargo, lo que se considera realmente extraordinario es que en esa película se registraron por primera vez los efectos de la radiactividad. En un primer momento, Shevchenko atribuyó las interferencias estáticas que se producían al proyectarse a un defecto del negativo o al propio proceso de positivado. Pero al reproducir de nuevo la película en un Steinbeck (aparato para la edición en 16 y 35 mm) consiguió relacionar la distorsión en algunas imágenes con algo parecido al sonido de un contador Geiger. Desde entonces diversos científicos han examinado el documento, entre ellos Caroline Wilkinson de la Universidad de Dundee, que lo definió como “una impresionante experiencia casi forense”.
Las hermanas Wilson supieron de la existencia de la película en una visita a los archivos nacionales de Kiev: “Era junio de 2010 cuando empezamos a investigar en busca de material gráfico anterior al desastre. En los archivos encontramos una copia de la película (no el original, obviamente) e inmediatamente nos fascinó. El hecho de que se hubiera transformado la cámara en una especie de mecanismo capaz de captar más allá de la imagen lo convertía en algo único”. Las artistas visitaron en varias ocasiones la zona, tratando de establecer una medida de trabajo, un patrón (en algunas de las fotografías aparece una simple vara de medir, que sirve tanto al artista como al mirón, para establecer una suerte de frontera visual): “Sabemos que se han hecho un montón de fotografías, que es posible encontrar muchísima documentación en la web, y que es posible hasta hacer un tour de la zona partiendo de Kiev con la única condición de que tengas más de 16 años. Así que, de algún modo, ese fue uno de los primeros retos de este proyecto: tratar de establecer otro filtro”.
Las Wilson complementaron el trabajo con una autorización para visitar los laboratorios de Orford Ness, una isla cerca de la costa de Suffolk, donde durante años se hicieron varias pruebas relacionadas con la bomba-H. “Cuando visitas Chernóbil, lo que es bastante increíble es la voracidad de la naturaleza: donde antes había una carretera ahora hay plantas y maleza. Todo ese verde es bastante chocante para el que lo visita por primera vez. Orford Ness es totalmente distinto, pero la idea de buscar referentes espaciales, de reflexionar sobre el pasado, es la misma”.
El espacio se complementa con diversas esculturas aunque en esta ocasión no podrá verse la Russian Bolex de 35 mm, la cámara de Shevchenko (o al menos una reproducción) tal como sucedió en Manchester el año pasado, donde como parte de una instalación mucho más grande, fue expuesta por las hermanas Wilson. “Queremos que estas fotografías nos ayuden a mirar fijamente al pasado, de ahí el uso de la vara de medir [un instrumento en desuso], y reflexionar sobre esos espacios que han sido medidos, grabados, articulados y analizados en infinidad de ocasiones en busca de radiactividad. También nos gustaría que aquellos que mirarán las fotos pensaran no solo en las propias imágenes, sino en el acto de mirarlas, en su rol de observador, en por qué nos interesan esas fotografías”. Actualmente parte de su trabajo puede verse en la exposición dedicada al realizador Stanley Kubrick, en el Museo de Arte del condado de Los Ángeles.