Hasta el año 2006 John Lurie (Minnesota, 1952) fue un verdadero Hombre del Renacimiento. Un músico de culto, un actor inesperado, un dandy.
Animó la escena No Wave neoyorquina de finales de los años 70 con su banda de «fake jazz», los Lounge Lizards, demasiada rockera para los jazzmen y demasiado jazzera para los punk rockers, a la que lideraba de la mano de su saxofón deudor de John Coltrane. Fue cultor del free con su National Orchestra, con quienes facturó un puñado de discos excelentes. Actuó en filmes como Down By Law y Stranger Than Paradise (Jim Jarmusch), The Last Temptation Of Christ (Martin Scorsese) o Wild At Heart (David Lynch); y condujo Fishing With John, una miniserie de culto en la que iba a pescar a los lugares más remotos del mundo con tipos como Jarmusch, Tom Waits o Williem Dafoe, entre otros.
Pero toda esa serie de actividades se encuentran en stand by desde ese entonces, ya que fue diagnosticado con la Enfermedad de Lyme, una dolencia que transmiten las garrapatas y cuyos síntomas son similares a los de la malaria. Eso lo alejó por completo de la música y la actuación, por lo que decidió dedicarse cienyo por ciento a un hobby que tenía archivado desde los años 70: la pintura.
Tras unos primeros intentos tanto en lápiz como en acuarela, Lurie encontró en el óleo el material para transmitir sus visiones. Sus cuadros enseguida fueron venerados. El MoMA adquirió uno; expuso en galerías de arte de Munich, Zurich, Amsterdam, Montreal, Tokio y Los Angeles; y publicó dos libros: Learn To Draw, que compila sus primeros dibujos en lápiz negro y A Fine Example of Art, con ochenta reproducciones de sus obras. Nada mal para alguien que definió sus pinturas como “Un desarrollo lógico de aquellas que adornaban las heladeras hace cincuenta años”.
Pero toda historia tiene su costado turbio, y en este caso es el acoso que Lurie sufrió por parte de John Perry, también pintor, quien lo introdujo en el mundillo del arte. En 2008, Perry y Lurie filmaron un programa piloto para la televisión llamado The Drawing Show sobre las actividades del segundo, que en un momento del rodaje se sintió mal y se retiró. Perry, experto en artes marciales, pensó que Lurie estaba saboteando el proyecto, y comenzó una persecución que incluyó mails, llamados telefónicos, timbrazos en el departamento neoyorquino de Lurie y más, hechos que culminaron en mudanzas por parte del acosado.
Para colmo de males, el New Yorker publicó el 16 de agosto de 2010 un polémico artículo firmado por Tad Friend titulado Sleeping With Weapons (Durmiendo con armas), en dónde Perry llevaba la voz cantante del asunto, apareciendo en fotos con sus cuadros y poniendo a Lurie en un lugar poco feliz. Eso llevó a que entrevistados para el programa piloto inconcluso como Dafoe, Flea, Tony Garnier (bajista de Bob Dylan y colaborador de Lurie) y Evan Lurie (su hermano) respondieran en una carta abierta, en donde señalaban que Friend había tergiversado sus testimonios. “El hombre que se presenta en el artículo no es el hombre que conocemos”, afirmaron, para terminar una historia que bien pudo haber estado guionada por algunos de los directores de cine para los que Lurie trabajó.
En la actualidad Lurie regresó a Nueva York y continúa con sus cuadros. Su actividad pública puede seguirse por Twitter (@lurie_john y @johnlurieart), donde comenta deportes, exhibe imágenes de sus cuadros y protesta, como corresponde, contra cada palabra que sale de la boca de Donald Trump en su intento por llegar a ser presidente de los Estados Unidos. Y si bien cada tanto aparece un rumor sobre su regreso al saxofón, esos dichos terminan siendo incomprobables. Está claro que la música perdió a un artista único e inimitable, pero el mundo de la pintura se agenció a alguien similar