“Es un cuerpo femenino que habita una arquitectura masculina”. Joana Vasconcelos (París, 1971) explica su monumental obra mientras sigue con la cabeza los brazos de la estructura hinchable revestida de ganchillo de dos toneladas de peso que ocupa el atrio del Guggenheim de Bilbao. La artista portuguesa la ha diseñado específicamente para el acceso a las salas dedicadas a Richard Serra, a ese lugar de encuentro “único en el mundo de arte” entre la escultura del estadounidense y la arquitectura de Frank Gehry. El ganchillo cálido frente al frío titanio. Los visitantes del museo vasco levantan la mirada asombrados para observarla, para recorrer los meandros de Egeria, el nombre de la viajera hispanorromana del siglo IV. Es la más espectacular de la treintena de obras que forman la primera antológica que se dedica en España a Vasconcelos, convertida en una celebridad internacional en el mundo del arte gracias a sus enormes instalaciones, irónicas, divertidas, feministas, reivindicativas.
La artista parece una estrella pop. Expansiva, sonriente, vitalista, atiende todas las peticiones de los cámaras, saluda a quien la reconoce entre el público y se mueve con naturalidad encima de sus tacones de aguja. Trabaja con un equipo de 60 personas en su taller lisboeta sobre el Tajo. Se considera, en cualquier caso, una artista conceptual. Primero surge una idea y luego busca cómo reflejar lo que está pensando, explica. Por ejemplo, para su conocida obra Marilyn, dos zapatos de tacón de casi tres metros de altura formados por ollas y tapas de acero inoxidable, pensó en reflejar la evolución desde “la mujer que tiene un rol en la casa, en la cocina, en un ambiente privado, hasta la mujer contemporánea que quiere trabajar fuera”, explica.
“Hasta que las mujeres tengan los mismos derechos yo seré feminista. Las mujeres no ganan lo mismo, no exponen tanto como los hombres en los museos… En mi carrera he sido la primera mujer en la primera bienal comisariada por mujeres. La primera portuguesa en el Guggenheim. He sido la primera mujer en muchas cosas y a mis 46 años me lleva a pensar qué pasa en el mundo”, afirma la antigua karateca en la presentación de la exposición que, comisariada por Enrique Juncosa y Petra Joos, se puede ver desde este viernes hasta el 11 de noviembre. La muestra está patrocinada por Seguros Bilbao.
Un burka que se eleva y cae con estrépito al suelo, una enorme lámpara hecha de miles de tampones, un corazón rojo de tenedores de plástico (con la forma de joya típica de Portugal), una cama de pastillas de Valium, un sillón de aspirinas, un urinario doble para pareja gay decorado con ganchillo, tres instalaciones que podrían ser flores de loto o robots de la película Transformers realizadas con planchas que echan vapor… son obras de una exposición que toma el nombre de una de ellas, Soy tu espejo. Se trata de una gran máscara formada por múltiples espejos, algunos con marcos muy barrocos —“yo soy muy del barroco portugués”, repite la creadora—, donde se reflejan tanto el resto de obras de Vasconcelos como el público, en una interacción que siempre persigue esta creadora de éxito que recuerda en algo a Jeff Koons. Pero ella, como se encarga de reiterar, no transforma el material de sus obras sino que lo emplea para hacer sus propias piezas.
“Su obra no se parece a la de otros artistas”, asegura, sin embargo, Enrique Juncosa. “Joana surge en los noventa con el arte relacional, la artista busca la participación del espectador y también pone el énfasis en el significado en el arte. A veces la gente se olvida de que en el siglo XX la idea predominante era formalista, la de la pureza, que el arte no tenía significado, desde la abstracción hasta el minimalismo. En los sesenta ya se empezó a introducir y en los noventa se implantó el significado de manera revolucionaria en el arte. Los artistas hablan de asuntos como la identidad, tal vez iniciados por las minorías étnicas, sexuales, por las mujeres”, añade.
Hay muchas referencias a Portugal en la exposición, a su artesanía, al gallo de Barcelos, a la tradición, al fado. Vasconcelos se siente muy portuguesa, si bien nació en París, a donde huyeron sus padres debido a la dictadura de Salazar. La artista recuerda también su fuerte vínculo con España, con el galerista Luis Adelantado, con Vicente Todolí , que fue director de la Tate Modern y, sobre todo, son Rosa Martínez y María del Corral que la eligieron para la Bienal de Venecia de 2005, que supuso su lanzamiento internacional. A partir de entonces, entró a formar parte del firmamento de las estrellas del arte contemporáneo actual.