-¿Cuál fue el puntapié inicial que dio origen a este proyecto?
Empezó en un post-arteBA en mayo de 2012. Fui a escuchar una charla al MAMBA donde participaban Enio Iommi, Julio Le Parc y Rogelio Polessello. Me llamó mucho la atención el tipo de encare de Iommi, muy transgresor en ese marco tan intelectual, tan serio. Empezó a opinar cosas tipo artebA es un mercado de verduleros y otras cosas que me dejaron shockeada. Entonces decidí entrevistarlo. En la conversación surgió la pregunta inefable: ‘¿Maestro, si tuviese que darme un consejo cuál sería?’ Y él me dijo: ‘Cuando usted tenga una idea, usted macháquele y macháquele’. Y así empecé a machacar, empecé a entrevistar los artistas visuales mayores de 65 años.
-¿Enio Iommi fue el primero?
Sí, le hice caso. Machaqué hasta que me recibió. Así fui a su estudio en Ciudad Jardín con todas mis luces y mi equipo. Yo vengo de la fotografía publicitaria y raramente trabajo con luz natural, necesito poner alguna luz artificial. Con Iommi saqué las gelatinas rojas, las verdes, las azules y asi me salió una propuesta surrealista que esta vez me la proporcionaba la luz que yo iba creando y que es la impronta de todo el proyecto. En el muro que armé en el Bellas Artes se puede apreciar esta impronta surreal. Acá me gustó contar una realidad con cierta ironía. Además, mientras iba poniendo las luces surgió un diálogo y me pareció tan generoso de su parte que decidí filmar esta charla que había surgido entre él y yo y que fue la semilla del documental que presento ahora. Al final de esa jornada de 2012, no solo había producido un set de fotos sino que tenía una conversación registrada en video. Como te decía, fue el inicio de todo lo que vino después que ese momento no tenía idea de lo que sería.
–Pero algún plan tendría. No parece todo un producto del azar.
En ese momento yo estaba trabajando en mi serie Fe con Rodrigo Alonso al que le comento de esta experiencia con Iommi y es él quien me dice que tengo que seguir entrevistando a otros artistas de esa generación y allí se hace evidente la fluidez del proyecto. Laura Buccellato, en ese entonces directora del MAMBA, también me ayudó mucho. Ella me entregó su agenda completa, muchos artistas no me conocían, para ellos era una total desconocida y ésa es gente grande que selecciona a quien ver. No se encuentra con cualquiera. La verdad es que fue divino como me recibieron todos. Yo no sólo les agradezco a los artistas sino también a su entorno y a sus familiares que contribuyeron a que este proyecto fuese posible.
SaraFacio
–¿Pero durante estos últimos cuatro años no se dedicó sólo a Maestros?
En el mismo momento trabajo con mi ensayo Fe. Yo dejo de creer en Dios cuando asesinan a mi padre en 1983. Yo tenía 19 años y Fe intentó dar cuenta de mi proceso. Allí hablo de mi historia e increíblemente muchos de los artistas que entrevisto en Maestros iniciaron su trabajo durante la dictadura militar, muchos fueron víctimas de ella. De alguna manera, con Maestros, intento homenajear a mi padre. A mí me encantaba acompañarlo a las obras que él construía.
-¿Cómo armó el casting de lxs artistas que participaron en Maestros?
Tenía que hacer un recorte, sino hubiese sido infinito. Son artistas mayores de 65 años.
-¿De qué manera se desarrollaba una jornada de trabajo?
Yo llegaba al lubar con mis tres valijones y a veces con un asistente y a veces sola. Trabajo con una cámara 7D de fotografía y tres luces . Pero antes de llegar al lugar de la toma, había mucho trabajo de preproducción que hacía yo sola. Fue ahí donde comenzó el buen trato con los artistas, fue allí donde sembré la calidez de nuestro vínculo, fue ahí donde lograba convencerlos. Para mí fue una academia no sólo como artista sino también para mi vida. Hay una frase que me dijo Damian, mi ex marido y ahora amigo: “Gaby que el árbol no te tapa el bosque”. A mi me pareció espectacular y lo di vuelta. Me gustó poner antes el bosque porque esto destaca la valentía que estos artistas han tenido en su vida sino también en su carrera, en este no seguir las tendencias de la moda. Esta idea de ser uno mismo ante todo.
–Este trabajo es el primer legado de artistas con una mirada artística. ¿Cómo convive con esta idea?
-Me di cuenta de esto despues de haberlo terminado. Para mi la fotografía fue la excusa para conocer a estos maestros, para aprender de ellos y así, sin buscarlo, se fue armando. Cada vez fue empezar con cada artista como una ceremonia y la suma de estas ceremonias fueron las que casi, sin querer, armaron este legado.
Renata-Schussheim
–El documental tiene un guión muy marcado centrado en qué es el arte para los maestros. ¿Cómo trabajó en él?
El guión lo parimos. El registro fue caótico. Cuando yo me encontraba con los artistas no había un cuestionario, luego surgía la conversación hacia donde me llevaba la corriente. Grabé más de 40 horas. El proceso de edición duró lo que casi duró el proyecto, casi 3 años. Lo hice con Ivo Aichembaum. Tuvimos que ponerle color a cada temática para ir separando los temas y desde ahí ir eligiendo y descartando las tomas. Luego de tenerlo definido por colores, nos pusimos a guionar. Ivo quería empezar el documental con el tema de vivir del arte y yo con el proceso creativo. Fue toda una larga discusión y un proceso increíble. Tomé las frases que más me pegaron de cada artista y las puse en post it y las fui pegando, así fui armando un guión de papel. Con los descartes, es una palabra poco feliz pero no se me ocurre otra, hay otra película. Mejor más que una película, hay una miniserie.
-¿Cuándo fue decidiste ponerle punto final? Porque el proyecto podría no tener fin.
Ahí entra la Fundación Mundo Nuevo. A los que convoco para presentarnos nuevamente Mecenazgo para poder hacer el libro, que es un libro supercaro, que hicimos con Editorial Retina de Gustavo Santaolalla y también con el apoyo de American Express. Ya teníamos el dinero para el libro y ya teníamos la sala, esta del Museo de Bellas Artes. Y entonces ya había un deadline. Si hubiese sido por mí, quizá no paraba. De todos modos, en el verano le comento a Santaollalla, con quien hice ya cuatro proyectos, sobre estos descartes, sobre estas conversaciones desgrabadas que para mí podían ser otro libro. Y es así como él me conecta con Random House y logramos hacer el libro completo con las conversaciones editadas con todos los artistas participantes del proyecto. En tres meses hicimos el libro: Ana Pérez como editora y un equipo de estudiantes que trabajaron en la clasificación y armado. No lo organizamos como una conversación sino como un concepto, son las raíces del árbol. La primera semana de septiembre va a estar a la venta, el libro de fotografías al haber sido encarado por Mecenazgo no se puede vender. Pero estará distribuido en bibliotecas y museos para que esté al alcance de todos.
Se puede ver hasta este domingo 4 de septiembre de 10 a 20 en el 2o piso del Museo Nacional de Bellas Artes.