¿Cómo capturar el presente? ¿Cómo cosificar su esencia sin que se convierta en historia un segundo más tarde? ¿Cómo ser contemporáneo en un sistema cultural condenado a renovación permanentemente? Tales preguntas, más que sugerir la posibilidad de una respuesta, señalan el clima conceptual en el que fecunda la propuesta estética del artista estadounidense Doug Aitken (Redondo Beach, California, 1968), a quien la Schirn Kunsthalle, en Frankfurt, dedica una muestra individual en sus más de 1.400 metros cuadrados de superficie. Aunque no se trata de una retrospectiva, la institución alemana presenta en una portentosa exposición monográfica las principales etapas en la carrera del artista.
Aitken es conocido internacionalmente por sus video-instalaciones multicanales. Su trabajo reviste una amplia gama de medios artísticos, como video, film, fotografía, escultura, instalaciones y acciones. Su presencia en la escena global del arte contemporáneo se acredita con muestras individuales y colectivas en instituciones públicas y privadas de alto prestigio, como el Whitney Museum of American Art, el MoMA, la Serpentine Gallery, el Centro Georges Pompidou o la Secession en Vienna. Es a finales de los años noventa cuando el artista conquista la fama con las videoinstalaciones Diamond Sea (1997), expuesta en la Bienal de Whitney de 1997, y Electric Earth(1999), obra con la que gana el León de Oro de la Bienal de Venecia de 1999.
Doug Aitken, vista de instalación de Diamond Sea, 1997. © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
Diamond Sea – presente en la actual muestra en Frankfurt – revela temprano en la carrera del artista elementos estructurales en su obra. Para este trabajo, que incluye video-proyecciones simultáneas, un monitor de video así como una caja luminosa con una fotografía a color de gran formato, Aitken produce material fílmico y visual tomado en una zona restringida del desierto de Namibia que, por décadas de explotación producto de la extracción de diamantes, se ha transformado en un paisaje post-apocalíptico. Las secuencias fílmicas evidencian un interés ajeno a la documentación o el relato; registran, por el contrario, momentos con un ritmo visual autónomo acompañado de sonidos que, además de resaltar correspondencias visuales, crean un efecto espacial envolvente. En este trabajo, la historia del lugar deviene como punto de partida para una experiencia sinestésica atemporal.
Doug Aitken, vista de instalación de Migration (empire), 2008. © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
Doug Aitken, Migration (empire), 2008, still de video, instalación de tres videos proyectados en pantallas, 24:28 min., loop, color, sonido. Cortesía del artista; 303 Gallery, Nueva York; Galerie Eva Presenhuber, Zurich; Victoria Miro Gallery, Londres; Regen Projects, Los Angeles © Doug Aitken
[vimeo 34362442 w=600 h=337] La reproducción de una situación real con una historia desvanecida en la propia impresión de su existencia produce un efecto disociante que remite al receptor al momento mismo de la percepción. Tal efecto le permite al artista un sinnúmero de posibilidades sugestivas y temáticas, libres de todo compromiso referencial, como constatan otras obras en la muestra. Migration (empire) (2008), por ejemplo, es un trabajo paradigmático en el que una situación altamente inusitada consigue comprimir su alteridad en los parámetros de su propia normalidad. Para este trabajo, Aitken filma animales salvajes en habitaciones de motel despojadas de toda presencia humana. Sin otro obstáculo más que el espacio mismo, los animales habitan un lugar ajeno generando una situación paradójica pero al mismo tiempo coherente. La instalación del trabajo reproduce, por su parte, la sensación de atemporalidad que las secuencias suscitan. Aitken construye un ambiente compuesto por tres video-proyecciones simultáneas, pero con un retraso sincrónico mínimo, lo que genera un ritmo visual sugestivo con el cual interactúa el receptor en tiempo real.
Doug Aitken, vista de instalación de Black Mirror, 2011. © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
Doug Aitken, vista de exposición © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
Doug Aitken, vista de instalación de Twilight, 2014. © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
La video-instalación Black Mirror (2011) puntualiza los elementos desarrollados en trabajos anteriores. La actriz Chloë Sevigny escenifica un personaje sin pasado ni filiaciones. Su actuación consiste en un permanente viaje a través del mundo. De país en país, de hotel en hotel, su lema reza: “Check in, check out. Never stagnate, never stop. Exchange, connect and move on”. El trabajo muestra una secuencia de escenarios desconectados entre si, pero enlazados en una situación fuera de lo común, desencadenada por una figura cuyo único atributo es la acción misma que ejecuta en el presente, anulándose así toda noción de historia. La instalación en Frankfurt presenta tres monitores de gran formato en un espacio forrado por espejos que multiplican la imágenes al infinito. El trabajo construye un espacio caleidoscópico en el que el espectador se ve inmerso en un mundo de secuencias condensadas en un presente atemporal.
La posibilidad de condesar la experiencia estética en el presente está ligada no sólo al contenido de las secuencias visuales, o a los efectos caleidoscópicos que produce la repetición simultánea de imágenes en un mismo contexto, sino también a los sonidos que las enlazan. Este aspecto tiene una importancia capital en el trabajo de Aitken, para quien el sonido es tan decisivo como los componentes visuales y espaciales que constituyen una obra. Un factor que se hace explícito en trabajos como Sonic Fountain II (2013/2015), una instalación sonora consistente en una fuente provista de micrófonos que registran los sonidos producidos por flujos de agua que golpean su superficie, y Song 1 (2012/2015), una video-instalación proyectada en una pantalla cilíndrica cuyas secuencias reproducen personas en diferentes escenarios urbanos enlazados por la simple acción que aquellas realizan: la interpretación de la canción I only have eyes for you (1934).
Doug Aitken, vista de instalación de Sonic Fountain II, 2013-2015. © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
Doug Aitken, vista de instalación de Sonic Fountain II, 2013-2015. © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
Doug Aitken, vista de instalación de Song I, 2012-2015. © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
Doug Aitken, vista de instalación de Song I, 2012-2015. © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
Doug Aitken, vista de instalación de Song I, 2012-2015. © Schirn Kunsthalle Frankfurt, 2015. Foto: Norbert Miguletz
La búsqueda de un presente absoluto constituye un parámetro estético en el trabajo de Aitken. Se trata, sin embargo, de un presente multidimensional que no sólo abarca la expresión propia de una época, sus mecanismos de producción y recepción, su Zeitgeist, sino también una reflexión profunda en torno a nociones como espacio, tiempo, percepción, interacción. Sin pathos ni nostalgia tematiza condiciones y contradicciones de un mundo contemporáneo que modestamente devela su propia vulnerabilidad. En la contradicción que surge del intento de desposeer al presente de su historia, el artista reivindica la autonomía del arte, contribuyendo así a su renovación histórica.