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El Pompidou rinde homenaje a Sabine Weiss, la última humanista

Written by jaquealarte

Artista, feminista, fotógrafa humanista, a Sabine Weiss no le agradan las etiquetas: “No me gusta que me califiquen, puesto que he hecho tantas cosas”. ¿Cómo es una fotografía bien lograda? “Debe ser simple y conmover”.

Sabine Weiss publicó su primer reportaje fotográfico en 1945, cuando tenía veintiún años. Con veintinueve, participó en la exposición Post-War European Photography del MoMA de Nueva York y se incorporó a la agencia Rapho. Un año después, el Art Institute of Chicago le dedicó una exposición individual que recorrió los Estados Unidos. Al año siguiente, en 1955, tres de sus fotos formaban parte de la exposición The Family of Man del MoMA. Sabine Weiss es la última representante de esa gran corriente que fue la fotografía humanista.


A través de esta exposición que cubre el periodo 1945-1960, esos años confusos y precarios de la posguerra, el Centre Pompidou ofrece una nueva lectura de las fotos de Sabine Weiss, perteneciente a una corriente injustamente percibida como «sentimentalista». Su obra, rica y variada, muestra una mirada inédita sobre su trabajo a partir de sus propios archivos, testigo de un compromiso a favor de una reconciliación con lo real.

Sabine Weiss nació en 1924 en Suiza. Enseguida se interesó por la fotografía y decidió convertir su pasión en oficio. Durante la guerra fue aprendiz en el estudio Boissonnas de Ginebra; tras el capitulación, decidió instalarse en París. Trabajó durante algunos años junto a Willy Maywald, quien la introdujo en el mundo de la moda y de la alta sociedad parisina. Poco después, se convirtió en fotógrafa freelance y publicaba con frecuencia en la prensa ilustrada: Paris MatchThe New York TimesLifePicture PostDie Woche. Durante la década de 1950 también trabajó para la edición francesa de Vogue y realizó reportajes en el extranjero y publicidad para grandes agencias de comunicación.


En paralelo, Sabine Weiss realizaba trabajos más personales. Fotografiaba niños jugando en las explanadas de su barrio de Porte de Saint-Cloud, así como el día a día de París, el metro, los mercadillos… Su mirada suave y comprensiva sobre los ciudadanos de su ciudad, siempre buscaba la belleza sencilla de esos momentos suspendidos, de descanso o de ensueño. Su obra está llena de luz, de juegos de sombra y de desenfoques. Las fotos de Sabine Weiss, fruto de una donación y de una compra reciente, dialogan con las de cuatro artistas contemporáneos —Viktoria Binschtok, Paul Graham, Lise Sarfati y Paola Yacoub— que trabajan con las temáticas de la calle y de la ciudad contemporánea. Sus puntos de vista radicalmente diferentes permiten fijar una nueva mirada sobre la obra de la fotógrafa humanista.

Ni lucha, ni combate feminista, un camino que parece obvio. Sabine Weiss más bien sacó ventaja de su feminidad. “Nunca me molestó ser una mujer. En la oficina eran todos hombres, por lo que estaban felices de ver a una mujer”, anota entre risas. Sin embargo, no había que dejarse pasar por encima, cuando una horda de fotógrafos le lanzaba: “¡Muévase señora, deje actuar a los fotógrafos!”. Sabine Weiss sabía defender su lugar: “Nunca fui remilgosa. Tampoco peleonera. Yo era normal”.


 

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