Artistas

El pescador que pintaba mundos excéntricos

Written by Cristina Civale

Con una frase aproximada a la del título de esta nota la crítica del NYTimes Roberta Smith se refierió a obra de Forrest Bess cuando se exhibió el año pasado en el Whitney Museum.  La Menil Collection de Houston abre hoy la primera retrospectiva que un museo dedica a Bess en los últimos veinte años, una muestra que incluye cuarenta y ocho pinturas del artista fechadas entre 1946 y 1970 y procedentes de colecciones privadas estadounidenses y europeas, del MoMA, el Whitney Museum, elMuseum of Contemporary Art de Chicago, el Museum of Fine Arts Houston y la propia Menil Collection.
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En vida experimentó tanto el caluroso reconocimiento como un doloroso aislamiento y tras su muerte, en 1977, su fama internacional ha mantenido esos altibajos, pero en los últimos meses es de nuevo objeto de estudios entusiastas sobre su obra en Estados Unidos, sobre todo desde que el año pasado, en el marco de la Bienal de Whitney,Robert Gober presentara bajo su comisariado la muestra «The Man That Got Away», que trataba de iluminar algunos de los puntos más oscuros de la vida y la obra de Forrest Bess.
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La figura y la producción de Forrest Bess siempre se han asociado a la ciudad de Houston, donde trabajó en su primera etapa, y a su Contemporary Arts Museum, que de la mano de John y Dominique de Menil se convirtió en uno de los primeros centros en mostrar sus trabajos. No es casualidad por ello que esta amplia retrospectiva sea organizada ahora por la Menil Collection (en septiembre viajará al Hammer Museum y en enero al Neuberger Museum of Art).
lg72 Nacido en la ciudad texana de Bay City en una familia completamente ajena al arte, aprendió a pintar copiando ilustraciones de libros y revistas y más tarde imitando bodegones y paisajes de artistas a los que admiraba, entre ellos Van Gogh. Al parecer, desde su infancia experimentó alucinaciones intensas que le intrigaban tanto como le asustaban y que, unidas a la conciencia de su homosexualidad, le llevaron a sumergirse en el estudio de la psicología, la literatura, la filosofía, la antropología o la religión.
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Tras un periodo de inactividad a raíz de las traumáticas experiencias que vivió durante su reclutamiento en la II Guerra Mundial, Bess volvió a pintar en 1946 a modo de terapia, pero su modo de vida no fue el arte durante los años siguientes, sino la pesca. No obstante, en temporada baja y por las noches, leía con fruición, escribía y pintaba, dando lugar a un buen número de lienzos de enigmático simbolismo.
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Pese a su aislamiento, llegó a conocer sus trabajos el marchante de Nueva York Betty Parsons, quien consiguió que Bess expusiera en seis ocasiones de forma individual entre 1949 y 1967, y también logró el apoyo de Meyer Schapiro.
Desde 1967 su obra no volvió a exponerse hasta 1981, cuando el Whitney le dedicó una retrospectiva, así que el artista nunca vio cumplido su sueño de mostrar sus pinturas junto a sus escritos y bocetos. Obsesionado por aunar en su personalidad lo masculino y lo femenino en una pretensión de resonancias leonardescas, llegó a operar sus genitales para convertirse, según relata Gober, en pseudo-hermafrodita, experiencia que se hizo presente en su obra y en la muestra que Gober curó.
Fuente masdearte.com ©

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