¿Finalmente se podría hablar del copyright de unos lunares?
No conocía la obra del montevideano Diego Masi hasta que su compatriota Javier Abreu -aka El empleado del mes- me envió este intrigante video con fecha de 1998 sin decirme una palabra. Esto es lo que recibí.
[youtube=http://youtu.be/9A2v2_qTgw8]
Sin embargo, debo decir que yo en el 98 no conocía a Kusama pero esto no quiere decir nada porque en ese momento no había empezado este sinuoso camino en el mundo de las artes visuales.
Yayoi en ese año realizó una monumental muestra en el MoMA. Se trató de Love for Ever Kusama donde exhibió su obra realizada en New York entre 1958 y 1968.
En el cuerpo de obra que se exhibió en el MoMA no se da cuenta de su obsesión por los lunares que sí se aprecian sólo en la instalación que ya se vio hasta el cansancio por estos días.
Pero mayormente la muestra iba por otro rumbo. Se veían esta obras con lunares sutiles y no tanto.
Yayoi Kusama at Love-In-Festival in Central Park (1968), New York
En cambio no se exhiben sus trabajos de inicios de los 90 donde los lunares ya le estallan en la cabeza y aquí en el sur, honestamente, ¿alguien tenía noticias? La crítica uruguaya habla de la obra de Masi sin acercar una conexión y concretamente el prestigioso crítico oriental Alfredo Torres dice sobre Historia de caballos, la intervención vista en el video: «Una vez más, Diego Masi tapiza con lunares alguna desprevenida sección del paisaje montevideano».
Yayoi Kusama, Mirror Room (Pumpkin) (1991)
Al día siguiente, Diego Masi, al que repito no conocía, me contesta lo siguiente con mucha tranquilidad, firmeza, argumentos y sin paranoia:
«Debo contarte que comencé a trabajar en la geometría por el año 1985, teniendo unos veinte años. En mis primeros trabajos comencé a investigar la geometría aplicada a mi expresión y obra. Me interesa el despojamiento de los elementos en mi trabajo, reducirlos en un principio a líneas y/o lunares en blanco y negro. Por supuesto que en aquellos años mis referentes más próximos eran Víctor Vasarely, Kandinsky, Frank Stella otros artistas. Recién próximo al año 2000, conocí la obra de Yayoi Kusama y sentí una gran felicidad de saber que había una artista japonesa que iba por el mismo camino. Hoy en día, sigo trabajando en el área de instalaciones electromecánicas, instalaciones urbanas, pintura y video».
El video que mostré fue una intevervención a la escultura Entrevero del uruguayo José Bollini, un monumento ubicado en la Plaza del Entrevero y que es considerado una apología de la barbarie y la violencia. El mismo año, Masi intervino dos columnas del Teatro Solís de Montevideo con el mismo criterio estético.
En 1995, Masi pintaba en acrílico así:
Y de este modo me cuenta el razonamiento sobre su trabajo: «La repetición de las medidas y las formas con elementos que remiten a lo orgánico generadas por el orden, la diferencia, la similitud, la proporción y la desproporción me acerca a un arte geométrico. Geometría, proviene del idioma griego, geo tierra y metria medida. Estas medidas y códigos operan no solo en mi pintura sino desde el espacio público urbano a través de las intervenciones o desde las instalaciones electromecánicas donde se genera el movimiento físico. La ausencia de referencias claras y del simbolismo es consecuencia de mi abstención por cualquier intento de influir en el espectador. No se trata de representación, sino de una interpretación concebida necesariamente de forma diferente por los espectadores».
Masi, 1995
Yayoi Kusama en mueble amarillo, 2010
Kusama nunca lo dijo tan claro pero en cantidad de lunares, le gana a Masi por tiempo y número. Aunque no creo que en este punto valgan los adjetivos de vencedores y vencidos. Algunas veces efectivamente la conteporaneidad de las ideas puede producir estos notables parecidos. ¿Puede? Me pregunto. Las similitudes son inquietantes en las dos caminos. De Masi hacia Kusama y al revés. Más que la idea de mala leche del plagio, copia o estilización, insisto en una sensibilidad compartida.
La solidez del trabajo de Masi me hace pensar bien de él y ni se me ocurre pensar que Kusama en su obsesión infinita haya decidido plagiar a un joven artista rioplatense porque, básicamente, ella empezó a pintarlos antes de que él hubiese nacido.