Le rapace de Bernard Buffet
En Bordeaux en el Instituto Cultural Magrez tiene lugar una muestra que, con el nombre de La bella y la bestia, intenta –a través de la obra de 30 artistas- tratar de dilucidar de qué hablamos cuando hablamos de belleza.
Una apuesta pretenciosa que podría, francamente, aplicarse a cualquier exhibición que considere que, en las artes visuales, la belleza es un valor primordial.
Valerie Belin de Cleome Spinosa
Siguiendo el juego que proponen en Bordeaux, nos ponemos a pensar qué es exactamente la belleza y si existe para ella un valor absoluto o, al menos, un conjunto de parámetros que pudieran esbozar qué es bello y qué no.
The price of danger de Camille Henrot
La subjetividad siempre está de por medio y un concepto absoluto, desde esta perspectiva, se diluye.
Sin embargo, pareciera que hay un sentido que va más allá de nuestra mirada y de nuestra razón, aún de nuestros gustos, que nos hace palpitar ante éso que podríamos llamar «bello». A veces en el borde de una obra «bestial», «horrorosa» que en el exceso de su supuesto defecto contiene una belleza tan pura que es tan indescifrable como intransferible.
De la serie Case history de Boris Mikhailov
Y así se vuelve a la pregunta sobre qué es lo bello.
The New North de David Altmejd
Desafiamos/proponemos al que se anime y tenga ganas: dejá tu comentario sobre qué es lo bello. Y así, de una vez, que empiece el debate.
Para que algo sea bello, primero necesita ser percibido. Ello, cómo será percibido, crea un receptor, que hace que de este algo se hable como algo bello, o no. Justo en este momento se abre un espacio, un discurso de criterios, que no son reducibles a justo/injusto, a útil/no útil, a barato/caro, a falso/correcto etc. sino que crean algo diferente que sea bello o no. Cuanto más un artisto nos provoca pensar y sentir en esta dimensión, más bello será su arte. Tal vez se trata de esta provocación, este estimular dentro de nosotros de esta manera que hace que hablemos de este algo como algo bello.
Pues, eso es sólo mi opinión.