«Si mirás esto te das cuenta de la locura, de la profundidad del desastre, de la estupidez y de todo. Esto es una verdadera pesadilla, algo realmente cargado. Y a partir de esto yo puedo hacer lo mío». Lo dice el artista suizo Thomas Hirschhorn (Berna,1957), frente a la instalación que acaba de inaugurar en la galería Gladstone de Nueva York, un enorme amasijo de materiales baratos, cartón, plástico, madera pintada, vajilla, trozos de alfombra, sillas, salvavidas, metal y tubos de neón. Un conjunto caótico donde sólo han quedado en pie la acumulación absurda y la dorada estética kitsch que decora los enormes cruceros transatlánticos. Una obra que podría leerse como un Guernica de los objetos.
Imágenes del hundimiento que el artista tomó como referencia
La obra de Hirschhorn, Concordia, Concordia, fue inspirada por el naufragio del crucero Costa Concordia, en enero pasado a metros de la costa del sur de Italia, y por las imágenes que tomaron los buzos en el interior de la nave. La instalación no pone el foco en la anécdota del barco: «La idea es que no podés abandonar el barco, no hay escape. Tenés que vivir en este mundo», explica Hirschhorn. Como se recordará, el capitán del barco lo abandonó para salvarse cuando aún había cientos de pasajeros a bordo y su superior tuvo que gritarle varias veces «vuelva a la nave, carajo» para que le obedeciera.
A Hirschhorn lo impresionó el caos de las imágenes del interior del barco hundido, convertido en un espacio escultórico de enorme potencia simbólica. No sólo porque estaba todo dado vuelta, sino porque las cosas ya no eran las que se suponía que eran. El techo y el piso se convirtieron en paredes, por ejemplo. Nuevas formas y nuevas perspectivas espaciales en las que hay que orientarse desde cero. El espacio literalmente revuelto.
Con seis asistentes, Hirschhorn fabricó en su estudio de París los elementos del barco -adornos, un sofá, más de 100 sillas, salvavidas, un piano, relojes, espejos, máquinas de casino…- y la estructura la construyó en la galería misma. Luego, apiló el desorden de cosas dentro de esas estructura. Por último, un detalle significativo que le da sentido al caos: desparramadas al azar por todas partes, páginas de El Capital, de Karl Marx, la conexión del desastre con la economía y las contradicciones del mundo en una dimensión filosófica.