El diseñador brasileño Ronaldo Fraga fue protagonista con su desfile Génesis de un encuentro entre la moda y el arte contemporáneo. Todo ocurrió este jueves por la noche en el marco de la BIENALSUR en su KM O, plantado en el ex Hotel de Inmigrantes.
Allí, diversas personalidades del arte, la cultura y el deporte como Mauricio Wainrot, Jorge Telerman, Teresa Anchorena, María Freytes, Juan Nimo, Dudy Libedinsky, Orly Benzacar, Daniel Link, Julieta Klembe, Nadia Muzkya y Ani Mestre, vistieron más de 30 piezas contra la xenofobia, que valorizan las raíces de los inmigrantes y los pueblos originarios latinoamericanos.
Fraga, conocido como “el poeta de la moda”, encontró en la Bienal un marco propicio para expresar y
reivindicar la riqueza cultural de los sudamericanos, a través de una colección inspirada en una
amplia investigación antropológica de los saberes de los pueblos originarios y de los que llegaron a
este continente.
En un momento en el que crece la xenofobia, el miedo y el rechazo al otro, este crisol de orígenes
se tradujo en un desfile cuyas piezas después serán parte de una exposición en el MUNTREF Centro
de Arte Contemporáneo que pretende recorrer varias ciudades.
El diseñador también incluyó el trabajo de ocho jóvenes diseñadoras argentinas que fueron
seleccionadas en el Centro Metropolitano de Diseño por el propio Fraga. Ana Nava, Sofía Speranza,
Alejandra Gougy, Daniela Sartori, Vanesa Lara, Yamila Cabrera, Luz Arpajou y María Laura Leiva
tuvieron el desafío de menos de 30 horas para intervenir en vestidos de Fraga que sirvieron de
“tela” para sus creaciones.
Con esta acción BIENALSUR abrió un espacio para que la moda sea abordada como un medio de
expresión del arte contemporáneo y sirva de soporte de manifestaciones artísticas de algunos
creadores que encuentran en los diseños un medio para expresar las inquietudes y miradas sobre la
actualidad.
Hasta aquí el informe enviado por la Bienal. La colección que presentó Fraga me pareció violenta y pornográfica. La estilización de los ropajes de distintos pueblos originarios aparecieron en esos cuerpos extraños, probablemente por imprudencia, como disfraces grotescos. Inmediatamente pensé cómo se vería un wichi con el equipo de un joven hipster urbano. Me reí. Tristemente. La idea en sí de una colección se parece mucho a la de un uniforme y allí aparece la disciplina que no integra sino que excluye. Las mejores intenciones de Fraga en la pasarela a mí me produjeron otro efecto.