La muerte de Carlos Regazzoni el 26 de abril marcó el fin de una carrera dedicada a la recuperación de chatarra para fines creativos. De muchas maneras, Regazzoni fue pionero en arte sustentable en Argentina porque promovió de manera exponencial los “segundos usos” de materiales obsoletas hacia una inmortalidad garantizada por el arte en el espacio público.
La labor de Ragazzoni se desarrolló a través de la auto- gestión y prioritariamente en las provincias.
Hace apenas unas pocas horas el diario Río Negro publicó una nota escrita por el artista roquense Lucas Severini titulada “El rayo a la hora de la siesta” que lo pinta de cuerpo entero sin concesiones.
En la ciudad de Buenos Aires el arte sustentable se ubica muy por detrás de la esfera del diseño industrial, en donde proliferaron iniciativas como Proyecto MUTAN de Darío Fasani que realiza lámparas con tapas de botellas de plástico; Perfectos Dragones con su magnífica línea de accesorios; AWKA que recicla neumáticos para confeccionar mochilas, carteras y neceseres y Modesta, emprendimiento que transforma bolsas de nylon en carteras durables, para mencionar algunos de los tantos colectivos creativos..
En las artes visuales, el panorama creció y se diversifico: son las ramificaciones singulares de esta modalidad las que nos proponemos inventariar. La sustentabilidad en el arte se nutre de algunas matrices teóricas, pero aún sigue siendo prioritariamente una práctica que no siempre apareja el reciclaje de facto, sino que se alía con otras preocupaciones.
Los problemas de la ecología están intrínsecamente vinculados al consumo de los países llamados del «primer mundo» y la contra-cara más visible es la forma de vida de los pueblos originarios de América Latina. De igual forma, vale aclarar que toda obra fotográfica o de video anclada en el paisaje y su pureza, la interacción con el mismo de las personas y las amenzas, puede catalogar como sustentable ya sea en base al elogio o a la denuncia. Seleccionamos ciertos ejemplos exponenciales de artistas locales regidos por determinada conciencia de la finitud del tiempo y los recursos, todxs impulsados por la necesidad de imaginar realidades alternativas y de escapar a la distopía inminente, siempre resignificando.
Aquí van nuestros ocho elegidos (siempre con algo de azar):
–Alexandra Keheyoglou: artista argentina de ascendencia griega que utiliza remanentes de la fábrica familiar de alfombras para confeccionar paisajes. Un hito en su carrera fue la exposición memorable por un Río Santa Cruz sin represas en la Galería Nacional de Victoria, Australia en el 2018.
–Edgardo Nelson Rodríguez: artista nacido en 1942 y formado en los talleres de Manassero, Noé y Bissolino. A partir de su “todo sirve” propone “detener el consumir que nos consume” en su Manifiesto para recuperar, revivir y resignificar objetos de manera estética. Crea objetos y mundos abiertos de manera laboriosa, casi como un orfebre.
-Jasmine Rossi: fotógrafa nacida en Suiza y radicada en la Argentina en 1995. Retrata la naturaleza, la gente y las costumbres argentinas desde Ushuaia hasta la Quiaca. De acuerdo con su statement de artista, su trabajo “oscila entre la reverencia metafísica que le provocan la perfección y grandiosidad de los paisajes que fotografíay el miedo, porque es conciente de que la permanencia de su objeto depende de una carrera contra el reloj.
-James Peck: artista nacionalizado argentino nacido en Puerto Argentino/ Stanley, Islas Malvinas. Peck creció en una geografía que depende para el desarrollo social del suministro externo de bienes. Desde el 2012 la reiterada presencia en sus exposiciones de elementos reciclados como fragmentos de tela, de manteles o sábanas con cierta impronta de uso o plumas es determinante. De alguna manera la re- significación de Peck desde el residuo hacia el Arte se tiñe de aristas profundamente psico- afectivas derivadas de la vida cotidiana insular.
–Paz Pereyra: artista argentina nacida en 1977 que se desempeña Arte textil e instalaciones reciclando objetos personales o encontrados. Su obra tiene una matríz lúdica imaginativa, cercana a la fantasía pero nutrida por la historia del Arte, sus ejercicios en diseño de vestuario, la performance y la actuación.
Cynthia Kampelmacher: artista nacida en Buenos Aires en 1968 que desde el 2009 insiste a través de diferentes formatos y procedimientos sobre el poder del bosque y de la selva, en toda su complejidad, como síntesis de genealogías, existencialismos, poesías y silencios.
–Guadalupe Miles: fotógrafa argentina nacida en Buenos Aires en 1971 cuya infancia se vio marcada por la alternancia entre Buenos Aires y Jujuy, y posteriormente la mudanza definitiva a Salta. Miles fotografía la pureza de la relación con el entorno natural de la comunidad Wichí en el Chaco Salteño impactando en el espectador como un halo fugaz de conciencia.
-Mónica Millán: artista argentina nacida en San Ignacio, Provincia de Misiones, en 1960. Su obra parte del monte de su infancia como idea rectora que supo llevar a la tridimensión hasta realizar “bordados donde la tela- tierra se encrespaba, crecía en árboles, hojas, lianas, nubes y caía de vuelta a la tierra en lluvia, gusanos con pelos, flores y raíces que se introducían en ella”. Técnicamente Millán se desempeña en bordado y grafito sobre papel, dos de las modalidades con menor impacto ambiental del mundo.
A nivel institucional hubo grandes exposiciones dedicadas al tema como Naturaleza en el CCK, 2017 y las dos ediciones de Drap- Art en el Centro Cultural Recoleta 2016 y 2017. La movida sustentable logró varias exposiciones valiosas al Norte de la Capital, en San Isidro y Vicente López en los últimos años y es notable el esfuerzo de la feria BADA, directo de artista por visibilizar la problemática.
Fuentes:
– Catálogo: “Todo sirve” Edgardo Nelson Rodríguez. Prólogo de Laura Isola. Buenos Aires, 2013.
PH de portada: obra de Carlos Regazzoni