Desde San Pablo, 2a y última entrega
Desde este viernes 7 de septiembre y hasta el 9 de diciembre la 33 Bienal de San Pablo abre sus puertas al público. Prensa e invitados especiales pudimos recorrerla durante los tres días previos a su presentación al mundo. ¿Funciona el modelo que intenta de algún modo desbienalizar una de las bienales más importantes del mundo del arte contemporáneo? Sí y no.
La gran obra de la Bienal es la Bienal en sí misma. Su modelo de mezclar artistas-curadores presentando sus obras dentro de propuestas curatoriales independientes basadas vagamente en la amplia idea de las Afinidades afectivas sumadas a las elecciones de las afinidades del curador vero, Gabriel Pérez Barreiro (ver post anterior), tiene resultados dispares en cada una de las zonas del territorio del imponente Pabellón diseñado por Oscar Niemeyer.
Mamma Anderssen
En él les 7 artistas-curadores despliegan cual esquaters sus propuestas, apropiándose del espacio generoso que les permite a las obras holgazanear en islas apenas predeterminadas deslindando fronteras entre propuesta y propuesta. Por eso la Bienal funciona entera como un artefacto inquietante de percibir y transitar entre estas islas de obras e islas de nada misma, donde el visitante a veces se siente desorientado, perplejo, pocas veces conmovido. La retórica de las propuestas supera las propuestas en sí mismas y cada una de ellas, anclada en su isla medio naúfraga, sólo puede funcionar y no hundirse por el aparato -literalmente aparato- pergeñado por Barreiro. Y eso, como balance general es inquietante y alentador.
Mamma Anderssen
Obras que se empujan imaginariamente para dar un sentido de afinidades diversas, en conversación infinita o en silencio absoluto -depende la hora del recorrido (es decir la luz que se filtra por los ventanales-muros), el estado de ánimo de quien recorre, su paciencia, su apertura, su compromiso por intentar abrirse al juego que Barreiro propone-. Porque efectivamente la Bienal gana cuando quien la recorre puede abrirse a interactuar con el artefacto y sus islas que sino fuesen archipiélago probablemente no tendrían lugar en el mapa del arte contemporáneo. La Bienal entonces se convierte en «esa cosa» a recorrer mejor sin mapa ni indicadores. Los ploteos que intentan complementar el sentido de «lo que se ve» de las obras a mí siempre me parece un menoscabo a la obra misma y a la inteligencia de quien debe percibirla. No pretendo tener razón pero esas obras no me interesan. A mí. Siempre un punto de vista.
Sofía Borges
En el planteo de artistas curadores destacan las propuestas de la sueca Mamma Andersen y de la brasileña Sofía Borges. Ambas propuestas se plantean como concepciones bien antagónicas: la primera por su sencillez y la segunda por su intrincada complejidad que a veces expulsa como una cárcel y a veces atrae en el laberinto casi masoquista que propone. El entrevero con el resto de las propuestas que podrían percibirse como flotadores necesarios para que estas dos -ubicadas espacialmente en las antípodas una de otra- se justifican y enaltezcan su existencia.
Esculturas de la argentina Elba Bairon, curadas x Claudia Fontes para su propuesta Pájaro Lento
Los 12 artistas elegidos por Perez Barreiro destilan una diferencia notable con el injerto experimental de sus artistas curadores y se despega de él porque la cabeza de un curador finalmente demuestra los límites que probablemente -para bien y para mal- los artistas atraviesan algo forzadamente y con vocación de desacierto en sus curadurías semiahogadas, semiflotantes.
Espacios lindantes obras, vacío, islas de todo y nada
Aquí no valen listas que tracen sencillamente lo más destacado o lo mejor de esta edición porque ninguna parte tendría sentido por sí sola sino por el todo que la convierte en partícipe necesaria del artefacto. Seguramente este modelo de Bienal será irrepetible porque tiene gracia solo una vez.
Fragmento de el video «El ensayo» de la brasileña Tamara Guimaraes, obra curada x Pérez Barreiro
Luego se convertiría en una mueca triste de sí mismo. Vale la pena el viaje -desde donde sea del mundo a San Pablo, desde donde sea del Pabellón archipiélago a cualquiera de sus islas- porque como ya dije este modelo valdrá y se potenciará si no vuelve a repetirse. Esperamos/espero que sea una experiencia única y porque será única y pionera vale la pena de ser recorrida. Una y varias veces en todas sus direcciones e interacciones posibles. Porque sinceramente, ¿cuántos archipielagos más podrá crear una Bienal de Arte Contemporáneo?
PH de portada obra de Claudia Fontes. Punto de vista de la toma: en cuclichas, tipo posición sentadilla 1. Perspectiva sugerida x la artista. Desde la altura erguida de una persona de altura media, se ve otra cosa.