Dice el cineasta y fotógrafo sobre esta experiencia en la que nos convoca en la Fundación OSDE y que decidió llamar con el largo y explicativo nombre, Si el cuerpo es el templo, el rostro es el altar.
Esto dice Javier: ” Doña Cecilia, vecina de un recóndito pueblo de España, actuó con
las mejores intenciones. Sostenida por su fe inquebrantable, transformó
al Hijo de Dios en un Ecce Mono. Y no pensó en Bacon. No
tiene la menor idea de quién fue. Así aquel rostro arquetípico que
encierra toda la piedad de nuestro Creador por sus criaturas pecadoras,
esa mirada al cielo, ese sufrimiento que nos abarca a todos, fue
reemplazado por la redondez simpática de un simio.
El rostro es un mapa de nuestra identidad. Esa combinación única de
piel, huesos, músculos y agujeros que busca imponer su particularidad
ante cientos y miles de otras caras, todas las otredades del
mundo. Si el cuerpo es el templo, el rostro es el altar.
“Al verte en el reflejo, forma y reflejo se miran. Tú no eres el reflejo,
pero ciertamente el reflejo eres tú”, dice Tozan Ryokai en el Samadhi
del precioso espejo. Uno es porque existe su imagen. Ella nos
devuelve esa singularidad de rasgos que construyen el yo. Pero si
esa imagen se deshace, ¿nos deshacemos?
El dispositivo presentado como intervención interactiva para el
Proyecto salitas propone al visitante un cuestionamiento de su
rostro como sello de identidad. A manera de santuario (acentuado
por el uso del estilo arquitectónico de las salas), la obra propone un
espacio contenido en la oscuridad y el silencio, un lugar para el viaje
introspectivo. El visitante, sin quererlo, actúa como la mano de Doña
Cecilia, y seguramente reaccione como Dorian Grey, o como el Dr.
Jeckyll, o más simple y trágicamente, como Narciso.
Quedan advertidos”.
Y advertidos vamos a su muestra y quedamos tan demudados como deformados de esa imagen naif que creemos que destilamos ante los otros. Olivera retira las máscaras y pone al descubierto la bien oculta oscuridad de nuestras almas.
Hasta el 6 de julio. Fundación OSDE, Suipacha 658, 1er piso.
Publicado originalmente en mi blog Civilización & Barbarie. Clarin.com