Buenos Aires tuvo el privilegio de conocer la obra de Harun Farocki a través de una exposición exhaustiva presentada hace tres años en Fundación Proa. Farocki mismo llegó para presentarla. Ahora su obra se despliega en una gran retrospectiva en Barcelona a dos años de su muerte.
Así es, la Fundació Antoni Tàpies se ha transformado en una gran sala de cine para acoger la obra «más política» del cineasta alemán en una exposición que dialoga con otra que recorre la obra más comprometida del artista catalán entre 1966 y 1976, ha anunciado este miércoles el director de la fundación, Carles Guerra.
En la presentación de ‘Harun Farocki. Empatía‘, ha destacado que, si bien normalmente se ha acusado a Farocki de ser un cineasta difícil, distante y frío, en este recorrido se puede apreciar la cara más empática del artista, que al final de su vida lamentaba que los artistas de su generación habían regalado este concepto solo al consumo y a la industria del entretenimiento.
Según Guerra, Farocki (1944-2014) era la pieza del puzzle que le faltaba a la fundación por su «compromiso con el paradigma crítico de los años 60 y 70», de la que el museo ha presentado a varios representantes como Louise Bourgeois, entre otros.
La exposición se ha hecho en colaboración con el Institut Valencià d’Art Modern (Ivam), que ha acogido una primera exposición del artista más centrada en la investigación de Farocki sobre la imagen de vigilancia y operativa, que no está hecha por humanos.
El presidente de la Fundació Tàpies, Xavier Antich, ha reseñado que son dos exposiciones distintas pero con un único discurso, si bien la de Barcelona es la más amplia dedicada al artista en todo el Estado, y supone una retrospectiva del trabajo del cineasta, ha dicho la comisaria y viuda de Farocki, Antje Ehmann.
La exposición reúne siete instalaciones y siete películas visibles en 37 pantallas y proyectores, así como también dispone de un fondo de otras 40 películas consultables de la carrera del artista, considerado fundamental en la segunda mitad del siglo XX y cuyas obras entraron en el museo en los años 90.
Uno de los proyectos más singulares que se puede ver del artista es el de ‘Fuego inextinguible’ (el video a continuación) en que, para contrarrestar el exceso de información y falta de empatía con imágenes de guerra, cogió un cigarrillo y se lo apagó en el antebrazo para horrorizar al público sobre cómo podía quemar el napalm a 300-400 grados, y contraponerlo a cómo podía hacerlo en niños a 4.000 grados.
«Si os mostramos los efectos del napalm en sus víctimas, cerraréis los ojos. Primero cerraréis los ojos ante las imágenes. Luego cerraréis los ojos ante el recuerdo de las imágenes. Luego cerraréis los ojos ante los propios hechos», decía el cineasta activista en plena Guerra del Vietnam.
https://youtu.be/5Qa26h5ddFw
Del cineasta, también se puede contemplar el trabajo ‘Labour in a single shot’ que le llevó por las 15 mejores escuelas de cine del mundo para grabar con estudiantes en una sola toma de dos minutos su trabajo.
La sala principal del museo ha reducido el nivel de su iluminación para crear un ambiente propicio y hacer pensar ante proyectos como el «diccionario cinemátográfico» que en el centro del espacio exhibe la salida de la fábrica en diferentes periodos entre 1895 y el año 2000.
Siguiendo los rastros de Jean-Luc Godard y la nouvelle vague francesa en la película-ensayo ‘Numero deux’, también se puede ver un proyecto en dos pantallas que reflexiona sobre cómo el trabajo y su mentalidad han influido en todas las actividades diarias de una persona.
La exposición dialoga con otra de Tàpies que empieza en el año 1966, en que el artista catalán participó en el acto reivindicativo de La Caputxinada y culmina en 1976, tratándose de un periodo en que el artista matérico e informal «se politiza y piensa abiertamente sobre cómo transformar su obra para que tenga un valor político», ha explicado Guerra.
«Coincide que a finales de los años 60 es el momento en que Farocki también se hace la pregunta de cómo hacer un cine político no sea solo de entretenimiento», y en esta línea criticó abiertamente a artistas de su generación como Wim Wenders y Rainer Werner Fassbender por no implicarse políticamente.
Fuente: lavanguardia.com