Gisela Volá del colectivo de fotógrafos SubCoop me cita en la galería Arte x Arte a las 4 de la tarde. En el espacio del segundo piso de la galería está terminando de montar las 10 fotografías de gran formato (120 x 90 cm) que conforman su última apuesta de trabajo: un ensayo fotográfico sobre el legado de la popular cantante de cumbia, Gilda, quien murió a los 35 años -la edad actual de Gisela- en un accidente en su combi junto a otras 6 personas, entre las que se encontraron su madre y su hija.
Obra en exhibición: Santuario de Gilda en Entre Ríos
Autora de esta nueva apuesta del colectivo de artistas-fotógrafos-militantes (conformado además por Nicolás Pousthomis, Gabriela Mitidieri, Geronimo Molina, Martín Barzilai, Verónica Borsani y Olmo Calvo (desde Madrid)-, el trabajo le tomó 3 años. En ese lapso intimó con su club de fans, como ellos asistió a su altar en la Chacarita donde descansan sus restos, visitó devotamente el otro altar enclavado en la ruta donde sucedió el accidente y fue recogiendo testimonios y confirmando su fascinación por la cantante. «Gilda no tenía que ver con la otras cumbieras de la epoca como Lia Cruzet o Gladys, la bomba tucumana», me cuenta Volá. «Ella era delgada, sus canciones tenían otra mística, eran poderosas, cantaban al amor y te llenaban de fuerzas, además de meterse en un mundo casi exclusivamente masculino sin mostrar las tetas ni hacer alarde de su sexualidad. Ella se presentaba con un estilo visual más suave, más espiritual».
Obra en exhibición: Los caballos representan el el imaginario de Gilda la libertad, los sueños, la fantasía, el universo donde los deseos se convierten en realidad.
Volá se interesó, además por el entorno visual de la cantante, ya en la lista de nuestros santos paganos, en sus coronas de flores, en sus túnica azules y en la devoción de cada uno de sus fans que ven en Gilda no sólo la posibilidad de un milagro para sus vidas sino también un modo de ser en la vida y de presentarse ante ella.
Foto 1.0 del trabajo de campo de Volá que la nutrieron para diseñar su muestra
«Una de las primeras veces que fui a Chacarita -me cuenta Gisela- vi cómo un chico que había llegado desde la provincia vestido de jeans y remerita se cambiaba en su coche y se ponía la característica túnica azul de Gilda y luego se colocaba una corona de flores de plástico en la cabeza». Esa devoción marcada por una estética poderosa hicieron que Volá se metiera hasta la médula con este proyecto y, como siempre en los trabajos de Subcoop, conviviera con sus retratados, trazando lazos de amistad y compromiso.
Obra en exhibición: Juan Pablo viajó desde la provincia de Bs As junto a sus padres, a visitar a su ídola en el cementerio de Chacarita, su promesa a Gilda lo llevó a vestirse con el atuendo que usó la cantante en su último disco, Corazón Valiente.
La muestra abre mañana sábado a la 1pm en Arte x Arte, contará con 10 fotografías de gran formato, una instalación donde se reproduce un altar y un video -que vimos con Gisela sentadas en el piso en una laptop, y que tuvo la confianza de prestarnos pero que nos comprometimos a no mostrar hasta que la muestra se inaugurase-.
Foto en exhibición: Gilda de 12 años coloca unas flores sobre la laguna ubicada al costado del santuario. Sus padres la llamaron igual que la cantante por el fanatismo que ellos tienen desde los comienzos de su carrera musical.
Sólo podemos decir que en los 5 minutos de duración, se logran descubrir las dimensiones de Gilda mito y mujer a través de una seria de testimonios acertadamente escogidos, entrevistas en profundidad que recurren a un método de presentación que recuerda al aplicado por Win Wenders en Pina.
Foto 2.0 del trabajo de campo de Volá que la nutrieron para diseñar su muestra
La obra presentada es una suerte de aftermath de la cantante y una de las grandes amigas de Gilda le confesó a Volá, que Gilda habla con ella y que le confirmó que cuenta con su aprobación para hacer esta muestra. Para cada fan todo tiene un significado porque Gilda está muerta pero está. Creer o reventar: las obras ya están todas perfectamente colgadas. Volá nota que una tiene un pliegue que antes no tenía. Se trata de la única foto donde aparece el rostro de Gilda desde una estampita sostenida por la manos arrugadas de una anciana creyente.
Foto 3.0 del trabajo de campo de Volá que la nutrieron para diseñar su muestra
¿Gilda le dio el ok, pero la está poniendo a prueba? Volá cree y no cree, pero manda la foto de vuelta para que restauren la copia y todo sea perfecto. Habrá sorpresas en la inauguración. Entre las que Vola me deja revelar, la cantante trans Marilú ofrecerá un breve concierto con temas de Gilda y estarán presentes todos los retratados, todo el mundo que dejó detrás con su desaparición física pero que sostienen su presencia a fuerza de devoción, una devoción que la obra de Volá traduce con alta sensibilidad en cada una de sus piezas perfectamente seleccionadas de una producción de más de 100 obras (por decir un número, seguramente son más).
Backstage de una de las fotografías que se verán en la muestra
Retratos y capturas exquisitas realizadas en estudio que dan un giro en la carrera de esta fotógrafa, caracterizada por trabajar siempre en las bases, allí donde todo sucede. Esta vez esa trabajo de campo, en las entrañas del mundo, fue su alimento para las obras producidas para esta muestra, un destilado que inaugurará, seguramente, una nueva etapa de Volá como artista.
Gilda, la milagrosa en Arte x Arte desde este sábado a la 1pm hasta el 27 de agosto. Lavalleja 1062. Curaduría Victoria Verlichack.
