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Entrevista a Gabriela Rangel: la 1a directora del MALBA latinoamericana, mujer y feminista

Written by Cristina Civale

Conocí a Gabriela Rangel casi a finales de los 80s cuando ambas estudiábamos en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba. Allí establecimos una relación sorora antes de que se inventase la palabra. Fuimos vecinas de cuarto y compartimos largas charlas nocturnas sobre la vida en aquel sitio alucinante, entre fascinante e incómodo. Ambas nos retiramos antes de terminar nuestros estudios. Creo que fue en el mismo año.  Perdimos el contacto a través de estos largos años, encontrándonos esporádicamente en New York donde ella trabajó en los últimos tiempos como curadora en jefe de la Americas Society.
Gabriela es venezonlana. Nació en Caracas en 1963.  Es especialista en arte latinoamericano y se convirtió en una curadora de prestigio internacional. Su curriculum es tan amplio como acojonante: se ha desempeñado durante quince años como Directora de Artes Visuales y Curadora en Jefe en Americas Society (2004 – 2019), una institución central del arte latinoamericano en Nueva York y punto de encuentro con los principales referentes de la escena artística regional e internacional. Durante ese tiempo. Cultivó una extensa red de relaciones con museos e instituciones internacionales, curadores, artistas y académicos. Tuvo a su cargo más de 35 proyectos expositivos y editó publicaciones de artistas y pensadores como Carlos Cruz Díez, Jorge Luis Borges, Victoria Cabezas, Lydia Cabrera, Consuelo Castañeda, Juan Downey, Gego, Édouard Glissant, Silvia Gruner, Arturo Herrera, Kati Horna, Alexander von Humboldt, Marc Latamie, Antonio Manuel, Erick Meyenberg, Marta Minujín, Priscilla Monge, Dias & Riedweg, Milagros de la Torre, José Leonilson, Facundo de Zuviría y Xul Solar, entre otros.
Tuvimos ahora una charla mano a mano en su flamante y austera oficina del MALBA, a donde acaba de aterrizar ganando un concurso que la convierte en su directora artística. Aquí la transcripción casi literal de nuestra conversación.
¿Por qué te interesó la oportunidad de dirigir el MALBA?
Por dos cosas: volver al español que para mi no es poca cosa y luego para volver a trabajar en un museo porque en los últimos años había trabajado en un kunsthalle  y ya extrañaba los museos por que yo he trabajado en museos. Creo que la vida de los museos es muy diferente a las de las kunsthalle.
¿Cómo evaluás la colección del MALBA?
Yo estudié la colección cuando me presenté al concurso y ahora que ya empiezo a trabajar aún la estoy evaluando. Yo vi las colgadas de Marcelo Pacheco y todas las demás.
¿Qué diferencias encontraste entre los diferentes guiones curatoriales?
Creo que hablan de los tiempos que estamos viviendo más que las particularidades de cada quién. Pacheco es un intelectual con cierta formación y cierta mirada hacia el arte y Agustín Pérez Rubio es una persona de hoy. Pero en cuanto a mí, en primer lugar yo soy latinoamericana, no soy ni argentina como Pacheco ni española como Pérez Rubio. Soy la primera latina, la primera mujer, siempre he tenido un discurso latinoamericanista sin ser partisana y esa es la diferencia.
¿Qué podés sumar desde esa condición de mujer latinoamericana?
Yo buscaría una tercera vía entre esas dos tendencias. Yo sí creo que hace falta tener un pie en cierto momento histórico como cuando América Latina tenía una visión integral de sí misma, diferente a la fragmentación que existe hoy en día. Mi modelo es el del archipiélago de Glissant (Nota de jaque: se refiere al poeta de Martinica Edourad Glissant y su concepto de archipiélago desplegado en su obra “Todo mundo”: es el espacio global donde se procesan los intercambios debidos a la “relación”; se define como “el universo que cambia y perdura intercambiándose y la visión que tenemos de este universo”. Es un mundo constituido por “identidades rizomáticas”, concepto original de Gilles Deleuze, que explica cómo se oponen éstas a las “identidades raíces” que Glissant ve como esencialistas. Este concepto cuestiona la universalidad y la sobrevivencia de los pueblos y las culturas en la mundialización. Más allá del imperialismo, Glissant propone una tercera vía, una visión poética del mundo, basada en el pensamiento del temblor, frágil e imprevisible, que preserva la diversidad del mundo).  Ése es el modelo es el que quiero aplicar y es el que aplique en New York, de hecho mi última exposición allí fue un homenaje a Glissant y a Lidia Cabrera y para mí ese modelo está claro. Eso es lo que voy a aportar. Por ejemplo estamos en conversaciones para traer el Proyecto Rauschemberg que habla de cruces y que tiene que ver con su experiencia en América Latina y su viaje a Chile. Se lo criticó mucho por ese viaje porque sucedió durante la dictadura de Pinochet, pero él burlo la dictadura y pudo generar cruces que la trascendieron y se le opusieron y publicó un libro con Raúl Zurita y además usó trabajos con artesanos chilenos. Fue una especie de caballo de Troya. Cruces como ese me interesan traer a MALBA. De ellos pueden salir fricciones o no, quizá no sabemos qué puede salir y eso es lo más interesante. Me interesan además los proyectos históricos, no historicistas. MALBA es un museo que tiene que seguir convocando gente y no puede presentar proyectos ensimismados que sólo son para el mundo del arte.
¿Qué tenés pensado para arrancar tu temporada según estos parámetros que vas a proponer?
Vamos a arrancar con una pintora argentina que vive en New York desde hace años, Alejandra Seeber, en diálogo con Leda Catunda.
¿Por qué te interesan los diálogos?
A mi me interesan los diálogos por que estamos en un mundo donde nadie dialoga y todo el mundo habla de la afectividad pero en los hechos no está sucediendo. Es teórico más que real y me interesa promover cierta afectividad. También me interesan los soliloquios cuando son necesarios pero en este momento creo que es necesario recuperar un espacio racional a través de la capacidad de diálogo.
Sos una mujer feminista: ¿cómo vas a traducir esa mirada al museo?
Estoy haciendo un proyecto de investigación sobre la masculinidad y con esa investigación voy a empezar a dar vuelta las cosas, a cambiar la mirada.
Acostumbrada a trabajar con millonarios como Rockefeller y ahora Constantini. ¿Como negociás con ellos?
Nadie está fuera de ese discurso hoy en día. En el mundo del arte la filantropía es el combustible. El que diga que no trabaja en ese sistema es un hipócrita. Otro modo es imposible. No negocio. Casi no tengo trato. Hago mi trabajo y en general nadie me pone trabas.
¿Cómo sigue tu gestión?
2020 esta parcialmente cerrado y 2019 también. Luego de Seeber, voy a traer a Katie Horna. Es una fotógrafa muy peculiar y es bien fascinante. También quiero hacer una exposición que se llama Terapia, es una introspección sobre el inconsciente y la pregunta de por qué aquí en Argentina se instaló el tema de la terapia tanto desde el punto de vista tanto médico como filosófico. A mi lo que me interesa es hacer una genealogía de cómo se instauró y hacerlo con artistas contemporáneos.
¿El arte argentino va a tener un lugar especial o va a ser incluido en muestras colectivas?
Lo que ocurre es que el arte argentino ya tiene muchos lugares aquí en Buenos Aires. Obviamente aquí tiene que tener un lugar también. Le estoy dando vueltas en la cabeza y ya se me ocurrieron algunas ideas pero no las puedo decir porque aun no las he compartido al equipo del museo.
¿Cómo analizás le escena porteña?
Esta muy saludable y pienso q tiene muy buenos directores de museos. Está vibrante y efervescente. Una colega que estimo mucho es Victoria Noorthorn y convirtió El Moderno realmente en un museo. Tiene muy buenas ideas y tiene una capacidad de trabajo inmensa. El Museo de Bellas Artes también está haciendo muy buenas exposiciones a través de la gestión de Andrés Duprat.
¿Como va a hacer tu diálogo en esto que se llama la milla de los museos que el Malba integra?
Recordá que yo vengo con la idea del Archipiélago. Ya tenemos muchas ideas con ellos pero como son museos nacionales y de la ciudad, hay que esperar a ver si continúan sus gestiones luego de las elecciones.
En cuanto al área de literatura y de cine: ¿cómo los vas a integrar con esta visión 360 que tiene el museo?
Creo que tenemos muy buenas cabezas de equipo y no pienso cambiar a nadie y me parece importante que sigan con su gestión que es un verdadero lujo. No pienso entrometerme.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Cristina Civale