Doris Salcedo, la artista colombiana más internacional, expresa sobre su obra que actualmente se expone en la galería Flora ars natura:
«El proceso de investigación y reflexión que subyace detrás de esta obra ha sido dispendioso. Comienza en el 2004 con un recorrido por los ghettos de Los Ángeles y el hecho que en un informe oficial se habla de más de diez mil muertes violentas de jóvenes en un periodo de veinte años. Centré mi atención en la violencia generada por las pandillas juveniles y especialmente en esa relación gris que se establece entre el rol de la víctima y el del victimario, roles que se intercambian con una facilidad asombrosa. Después de reflexionar al respecto me di cuenta que este intercambio perverso y fluido en los roles era posible debido a que ambos habitaban una zona indefinida, que algunos autores han denominado como la de “muerte social o muerte en vida.Cuando se convive en zonas marginales bajo condiciones precarias, se empieza a ver la correlación que existe entre dicha muerte social o muerte en vida y la posterior muerte violenta, anónima e invisible. La muerte social o muerte en vida que percibí en Los Ángeles me hizo comprender que a pesar de los entornos diferentes, esta no era muy disímil a lo que vivían los jóvenes en las áreas marginales de las ciudades colombianas.
En Plegaria Muda intento articular diferentes experiencias e imágenes que forman parte de la naturaleza violenta del conflicto colombiano. También deseo conjugar una serie de eventos violentos que determinan la imparable espiral de la violencia mimética y fratricida que distingue los conflictos internos y guerras civiles en todo el mundo. Plegaria Muda busca enfrentarnos al duelo represado y no elaborado, a la muerte violenta cuando es reducida a su total insignificancia y que forma parte de una realidad silenciada como estrategia de guerra.
También responde a un hecho particular que tuvo lugar en Colombia entre los años 2003 al 2009 en donde 2500 jóvenes provenientes de zonas marginales fueron asesinados por el ejército colombiano sin motivos aparentes. Sin embargo, era claro que había un sistema de incentivos y prebendas por parte del gobierno colombiano al ejército, si ellos demostraban un mayor número de guerrilleros muertos en combate. Ante este sistema de prebendas e incentivos, el ejercito comenzó a contratar a jóvenes de zonas remotas y marginales ofreciéndoles trabajo y transportándolos luego a otros sitios donde los asesinaban y luego presentaban como “guerrilleros N.N.: dados de baja en combate”.
Durante meses entrevisté a un grupo de madres acerca de la búsqueda de sus hijos desaparecidos, y del terrible proceso de reconocerlos en las fosas donde habian sido enterrados por los asesinos. Posteriormente, estuve con ellas en el doloroso y arduo proceso de elaboración del duelo y vano intento de lograr justicia, ante la barbarie cometida por el Estado. La muerte de cada joven genera una ausencia y cada ausencia demanda una responsabilidad con respecto a los ausentes, ya que su única posibilidad de existir es dentro de nosotros, en el proceso mismo de la elaboración del duelo. Plegaria Muda es un intento de elaboración de dicho duelo, un espacio demarcado por el límite radical que impone la muerte. Un espacio fuera de la vida, un lugar aparte, que recuerda a nuestros muertos.
Considero que Colombia es el país de la muerte insepulta, la fosa común y los muertos anónimos. Por ello es importante destacar cada túmulo de manera individual para así articular una estrategia estética que permita reconocer el valor de la cada vida perdida y la singularidad irreductible de cada tumba.
Cada pieza, a pesar de no estar marcada con un nombre, se encuentra sellada y tiene un carácter individual, como indicativo de un ritual funerario que tuvo lugar. La repetición implacable y obsesiva del túmulo, enfatiza la dolorosa repetición de estas muertes innecesarias. Y creo que la repetición también enfatiza el carácter traumático de estas muertes que son consideradas irrelevantes por la mayoría de la población.
Al individualizar la experiencia traumática, por medio de la repetición, espero que esta obra en alguna medida logre evocar y restituirle a cada muerte su verdadera dimensión y así permitir el reingreso a la esfera de lo humano, de estas vidas desacralizadas. Espero que a pesar de todo, incluso en condiciones difíciles la vida prevalezca… como sucede en Plegaria Muda».
Plegaria Muda (9 de 111 unidades), 2008-2010. Madera, concreto, acero y pasto. Medidas variables.