El procedimiento de la fotógrafa estadounidense: mutar en diferentes personajes en donde ella es protagonista. Esta vez en Oslo, en el Astrup Fearnly Museet, se exhiben las obras de Cindy y sus disfraces en la exhibición que se llama Cindy Sherman: The Untitled horrors.
Sus retratos son a la vez cómicos y crueles, repulsivos y engañosos. Podría decirse que reflejan una concepción generalmente aceptada del mundo y que abren nuevas interpretaciones a fenómenos familiares. Sherman se pone a sí misma como modelo en el centro de la imagen tanto para representar a una chica pin up como a una anciana decadente.
Generalmente usa máscaras, prótesis y pelucas con los cuales construye una presencia humana que es gradualmente reducida para construir esas imágenes que parecen muñecas en pose con trazos de desperdicio y decadencia.
Desde el Astrup, afirman que la exhibición se organizó para enfatizar la perturbación, el grotesco y lo inquietante que desangran las fotografías de Sherman.
Por lo demás, Untitled horrors busca destacar y examinar la relevancia de la artista desde el comienzo de su carrera, dedicando una entera sección de la muestra a sus trabajos iniciales de los 70s desde los cuales ya se podía intuir lo que hoy es la marca registrada de su obra: sus mujeres monstruos encaradas en un único cuerpo, el de ella misma.