Chris Burden murió el año pasado, luego de haber gozado de una retrospectiva de 30 años en el New Museum de New York. En los años 70 revolucionó el mundo del arte con sus performance.
El tema principal de sus obras en los inicios de su carrera fue la violencia y el efecto que produce en el espectador, a partir de allí realizó una serie de performance extremas cuyos efectos aún se discuten. Se encerró durante 5 días en el locker de su universidad (fue su trabajo de tesis y la mitad de los evaluadores rechazaron la performance por no considerarla arte, pero la otra mitad votó a su favor). En el mismo año, se hizo disparar en un brazo por un asistente ubicado a cinco metros de distancia y también se crucificó a un coche.
©Chris Burden. Courtesy of the Chris Burden Estate and Gagosian Gallery.
Luego de este arranque vertiginoso, dejó exponer su cuerpo a situaciones extremas y pasó a trabajar con otros soportes como instalaciones y esculturas. Así aceptó otros retos, como las esculturas de luz que actualmente se exhiben en la galería Gagosian de New York, y constituyen uno de sus últimos trabajos.
“En realidad, cuando me distancié de mis performances realicé una serie de instalaciones que eran de alguna manera mitad performance, mitad escultura, porque eran lugares específicos y temporales. Después de ejecutar casi setenta performances diferentes sentí la necesidad de volver a realizar objetos. Como siempre había pensado que los performances eran en esencia esculturas, el cambio no resultó tan radical, excepto por el problema del almacenamiento”.
La instalación de tres metros de alto presentada ahora se llama Buddha’s Fingers y arma un denso racimo con 32 lámparas de metal que él recolectó en las calles, lámparas diseñadas entre los años 20 y 30, y recicladas por Burden, que les dio luz a través de nuevísimos LEDs.
©Chris Burden. Courtesy of the Chris Burden Estate and Gagosian Gallery. Photo by Jeff McLane
Esta obra está relacionada con Urban Light (2008), una instalación permanente de 202 lamparas que se encuentran en la entrada el LACMA de Los Angeles.
©Chris Burden. Courtesy of the Chris Burden Estate and Gagosian Gallery.
En Buddha’s Fingers, las lamparas de base hexagonal están colocadas como si armasen un apretado panal.
El nombre de la obra, algo caprichoso, se refiere al racimo de frutos cítricos, limones generalmente, que crecen como dedos y pertenecen a la «mano de buda» y son tema y motivo recurrente en el arte asiático y también constituyen un símbolo religioso de felicidad, longevidad y buena suerte.
Fotografía de portada: ©Chris Burden. Courtesy of the Chris Burden Estate and Gagosian Gallery. Photo by Jeff McLane.