William Turner. Acuarelas es una muestra que reúne 85 acuarelas del pintor inglés pertenecientes a la Tate Collection. Podrá visitarse hasta el 17 de febrero en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Luego de la muerte del artista, en 1851, el legado de Turner fue donado a la nación. De esta manera, la Tate cuenta actualmente con 30.000 obras en papel, 300 pinturas al óleo y 280 cuadernos de bocetos del acuarelista.
Turner (1795-1851), hijo de un fabricante de pelucas y un ama de casa, entró en la Royal Academy of Art a los 14 años y fue aceptado a los 15. En sus inicios mostró interés por la arquitectura. Sin embargo, su actividad pictórica fue estimulada por el arquitecto Thomas Hardwick (junior). Sir Joshua Reynolds, presidente de la Real Academia en aquel tiempo, admitió a Turner abocándolo definitivamente al mundo del arte. En 1790, tras solo un año de estudio, una acuarela suya fue aceptada para la exposición veraniega de la Real Academia de aquel año. Su primer óleo, Fishermen at Sea, fue exhibido en 1796. Durante el resto de su vida, expuso regularmente en la Academia.
La exhibición que se presentará en Buenos Aires has sido curada por David Blayney Brown. En ella se revelará la importancia de las acuarelas en la vida y obra de Turner. También ofrecerá un panorama general de la producción del artista a través de distintos núcleos. Estos corresponden a las diferentes etapas de su trayectoria creativa: la obra temprana, los años en Inglaterra, su producción como artista viajero, las experimentaciones de luz y color y la obra tardía.
Actualmente, la Tate Britain, en Londres, custodia la mayor parte del Legado, por lo que puede pensarse como un museo dentro de otro. Reúne los trabajos atesorados por Turner a lo largo de su vida tanto en su residencia como en su atelier. Comprende, además, un centenar de óleos que conservó para ser expuestos en una futura Galería Turner. El artista soñaba con fuese creada en su memoria.
Según Blayney Brown, «como maestro de la acuarela y uno de los dibujantes más talentosos de su generación, Turner vendió casi toda la obra terminada que exhibió durante su trayectoria. Lo que guardó para sí era diferente, pero de ningún modo de menor calidad. Estos trabajos tenían un carácter especial, posiblemente más cercanos al verdadero espíritu del pintor que aquellas obras creadas para el público. John Ruskin, uno de los primeros en estudiar el Legado en su totalidad, observó cuántas de estas piezas habían sido realizadas para el propio deleite del artista. Íntimas, expresivas y experimentales, ofrecen una aproximación única al pensamiento, la inventiva y el mundo interior del gran pintor romántico.
Esta selección permite revisar el progreso de Turner, desde su convencional comienzo como topógrafo y dibujante de arquitectura hasta el abordaje dinámico de una extraordinaria variedad de temas, fundado en la refinada apreciación de la luz, el color y los efectos atmosféricos. Un grupo de acuarelas terminadas muestra el impacto público de su producción y acompaña estos trabajos más personales, que poseen la misma actualidad que cuando vieron la luz por primera vez».