Las obras que se ofrecerán al público provienen de la colección del museo noruego Astrup Fearnley, que este año celebra su 25° aniversario y cuyo director, Gunnar B. Kvaran, cura esta muestra junto a la argentina Victoria Giraudo.
Tanto Sherman como Prince, pertenecen al grupo de artistas que en los años 70 formaron parte de la mencionada Pictures Generation (Generación de las Imágenes) -también integrada por John Baldessari, Barbara Kruger, Jack Goldstein, Sherry Levin y Robert Longo– creadores inspirados por pensadores como Roland Barthes quien cuestionó la idea misma de la originalidad y autenticidad en su manifiesto «La muerte del autor». Este grupo de artistas se propuso hacer un arte que analizara su relación con la cultura popular y los medios de comunicación.
Trabajaron en fotografía, cine, video y performance, creando obras que usaron los mismos mecanismos de seducción y deseo que jugaban sobre ellos. Cindy Sherman –en una de sus series- tomó fotografías de ella misma vestida como diferentes heroínas de películas de serie B; Richard Prince –a su vez y casi simultáneamente- deconstruyó el consumismo masivo con sus imágenes de vaqueros tomadas de anuncios de Malboro en Cowboys, una de sus series fotográficas más famosas.
Pero, ¿qué hacen estos yankis en un museo de arte latinoamericano? En el prólogo del catálogo de la exhibición, al que Infobae tuvo acceso, Victoria Giraudo intenta una hipótesis: «Si bien, en términos de cultura, la modernidad latinoamericana miraba a Europa –principalmente a París–, desde la segunda mitad del siglo, con la posguerra, pero sobre todo a partir del influjo de los medios masivos de comunicación, como la radio, el cine y la televisión, hubo un giro de interés hacia la cultura estadounidense que se tornó universal.
A la vez, como parte intrínseca de nuestra modernidad, fue característica la construcción de la propia identidad cultural a partir de la deglución de lo extranjero, en una absorción y transformación radical de las vanguardias internacionales. Este ejercicio caníbal, tan arraigado en el arte latinoamericano y teorizado en el Manifiesto antropofágico, es una de las bases del arte posmoderno global, el cual da por sentado que lo nuevo surge de la reelaboración de algo ya existente y que este rehacer, citar o copiar la historia también es un nuevo ‘original’, que rompe igualmente con las reglas hasta entonces establecidas. De esta forma, se asiste a un desvanecimiento progresivo del modelo cultural tradicional. (…) En este escenario, Latinoamérica fue un potente productor de contenidos artísticos en lo conceptual, con el arte de los medios de comunicación, el de sistemas, el político, el feminista e, inclusive, el de apropiación».
ELLA: CINDY
Cynthia «Cindy» Morris Sherman nació el 19 de enero de 1954 en Glen Ridge (Nueva Jersey, Estados Unidos). Es hija de un ingeniero y una maestra. La menor de cinco hermanos se distinguía porque le gustaba disfrazarse. Entonces jugaba. «Cuando comencé, a mediados de la década de 1970, simplemente tonteaba por ahí –contó en una de sus primeras entrevistas-. No tenía idea de que me convertiría realmente en una artista. Jamás pensé que haría esto durante 35 años.»
Hoy Sherman es una de las artistas más influyentes y originales de nuestra época. Su obra constituye un faro en la fotografía posmoderna desde un irrefutable cuestionamiento de lo que se denomina «lo femenino». Ella se mete en la piel de una multitud de personajes ficticios, metamorfosea su cuerpo con disfraces y photoshop, y crea fotografías que exploran temas como la construcción de la identidad y la naturaleza de la representación. Sus obras hablan de un mundo cada vez más saturado de imágenes, gracias al ilimitado suministro de material visual ofrecido por los medios masivos, la cultura pop y la historia del arte y ahora las redes sociales.
Según Eva Respini, ex curadora de fotografía del MoMA –donde tuvo lugar una de sus mayores retrospectivas- y actual directora del ICA/Boston, «para crear sus fotografías, Sherman trabaja sin asistentes, asumiendo múltiples roles como fotógrafa, modelo, directora de arte, maquilladora, peluquera y estilista. Posando como una joven ambiciosa o como rubia explosiva, una fashion victim o un payaso, una aristócrata francesa o una madura dama de la alta sociedad, durante más de 30 años esta implacable y valiente artista ha creado un elocuente y provocativo cuerpo de trabajo que resuena profundamente en nuestra cultura visual».
Sherman estudió arte en la State University College en Buffalo (Nueva York). Ahí dio sus primeros pasos artísticos en pintura, sin embargo la abandonó para adoptar la fotografía como medio de expresión predilecto. Siempre trabajó en series conformadas por fotografías sin títulos. Aunque trabajó en diversas series imparablemente, su trabajo más reconocido sigue siendo el experimento de 84 fotografías, Untitled Films Stills (Fotogramas Sin Título) con el que se dio a conocer en 1977.
En estos Fotogramas Sin Título, montó una serie de escenas que remiten visual y narrativamente al cine, más específicamente al lenguaje visual del cine de las décadas de 1940 y 1950, particularmente al de directores de Hollywood como Alfred Hitchcock . También hay referencias al estilo, apariencia y narrativas de las películas de serie B y del cine negro, así como a películas europeas, especialmente las de la Nouvelle Vague y del neorrealismo italiano.
La propia Sherman explicó: «Me interesaba, en particular, el aspecto del cine europeo más que el hollywoodense. Algunos de los personajes tenían influencia consciente, como Brigitte Bardot en el #13. Pero se trata más de un estilo Bardot que una copia. Cuando veo la #16 pienso en Jeanne Moureau, aunque no creo que la haya tenido en mente específicamente mientras hacía esas fotos. Otros personajes estaban inspirados en Sofía Loren, Ana Magnani o Jayne Mansfieldy gente así – quería que las películas lucieran oscuras y europeas… buscaba como referencias … libros sobre Garbo, películas de Europa oriental, filmes mudos, películas de horror y de clase B… Me gustaban el look de Hitchcock, Antonioni y las películas neo-realistas…».
Sherman repetió en numerosas ocasiones que sus fotografías no son autorretratos. Son cuadros en los que la fotógrafa aparece, pero donde personifica no solamente a otra persona, sino a un estereotipo específico.
Según Marie Loup Sougez en su libro sobre historia de la fotografía, «la estrategia de la apropiación explica buena parte de las experiencias fotográficas contemporáneas empeñadas en releer los modelos de representación tradicionales e incorporar citas y alusiones a su trabajo» y en ese punto es donde más se aproxima a los procedimientos de su compañero de muestra en MALBA.
ÉL: PRINCE
El pintor y fotógrafo Richard Prince nació en 1949 en la llamada Zona del Canal de Panamá cuando aún era una colonia de Estados Unidos. Vivió brevemente en Boston y San Francisco, pero su obra no despuntaba. Intentó suerte en Nueva York, donde ahondó en el concepto pop de la «apropiación» y «descontextualización» que se convirtieron en su marca registrada. Comenzó a usar imágenes anónimas del mundo publicitario para crear sus obras.
Sus «apropiaciones» más resonadas son las de las series de fotografías Cowboysy Girlfriends. Allí Prince usó iconografía arraigada en el imaginario «americano» para dotarlo de un nuevo significado. Así, en la serie Cowboys, los vaqueros tomados de los anuncios de Marlboro dejaron de ser playboys románticos para convertirse en símbolos del colonialismo y el machismo. Refotografiar estas imágenes publicitarias y convertirse así en su autor constituyó un gesto innovador, pero también fue una forma de deconstruir los mecanismos de las imágenes manipuladoras, montadas para convencer a las personas de fumar esa marca de cigarrillos.
En la serie Girlfriends usó fotografías que los motoqueros tomaban de sus novias subidas a sus ostentosas Harley Davidson , presumiendo de sus conquistas y de sus máquinas. Las fotografías tomadas de revistas del rubro fuera de este contexto, fueron leídas como una muestra más del uso del erotismo y del cuerpo femenino como gancho publicitario.
En Spiritual America (1983), Prince refotografía una imagen promocional de Brooke Shields, cuando era apenas una incipiente adolescente. Usó una fotografía realizada por el fotógrafo estadounidense Gary Gross en 1975 y tomó el título de una obra del prestigioso Alfred Stieglitz, quien lo había usado para una foto de un caballo, animal al que Prince había ya usado como un símbolo de la identidad estadounidense. Al trasladar el título de la obra de Stieglitz a una imagen que caracteriza la cultura americana que enalteció a una niña hermosa y la llevó a la fama en una película que coqueteaba con el abuso y la incorrección como norma, planteó el problema de la explotación infantil. La exhibición de esta imagen trataba de reflejar, en opinión de la crítica Nancy Spector, que: «cualquier pura espiritualidad americana está ya siempre contaminada, impura; es una mezcla de patriotismo, capitalismo y cultura popular».
Según Gunnar B. Kvaran, «Richard Prince es elogiado como un maestro de la apropiación consumista. Su centro de atención es la identidad estadounidense y la cultura dominante caracterizada por cowboys y caballos, autos y motos, y una apabullante cultura de los famosos, que abarca tanto las industrias de la música y del cine como una nueva dimensión dentro de dicha cultura: las redes sociales. Por un lado, es un observador situado en la periferia de la cultura que examina, descifra e intelectualiza los códigos sociales; por otro, él mismo está en medio de esa cultura, fascinado por lo que ve, siente y percibe, disfrutando de ello y relacionándose con entusiasmo con esa realidad».
Para definir el arte y la figura de Prince, muchos han utilizado el término Appropriation art(Apropiacionismo: uso de objetos o imágenes de otros artistas para crear un trabajo nuevo). Para conocer la opinión del autor, basta con leer sus propias palabras: «Pide, toma prestado, roba. Por todos los medios posibles. No esperes la luz verde. Esto de creer en el todo gratis ha estado ahí durante mucho tiempo. La pregunta ahora es ‘¿quién te has creído que eres?»… Y la respuesta es ‘quien me dé la gana de ser’. El objetivo es asaltar la cultura. Y la manera que tengo de hacerlo es dejar ondear mi bandera freak«.
Por primera vez llegan a Buenos Aires obras de estos dos artistas que marcaron y marcan una época subvirtiendo procesos creativos que a su vez ya fueron considerados subversivos. Aunque el corpus que se presenta es pequeño en relación con la vasta producción de ambos, seguramente valga la pena apreciar sus obras fuera de una búsqueda simple de Google, porque, aunque no lo crean lo que se verá no está disponible en la red que pareciera que todo lo posee.
Publicado originalmente en Infobae Cultura, junio de 2018